El espiral de violencia ha desbordado completamente la capacidad del gobierno para controlar este fenómeno social, .
Lamentablemente se percibe que el fenómeno de la violencia criminal supera la capacidad de las instituciones encargadas de resolver este grave problema. Pareciera que hay una inacción o una actitud de dejar pasar y no hacer olas.
Prevención, inteligencia y acción deben ser los tres renglones mágicos que deben conjugar los "estrategas" de la seguridad, para hacer frente a la delincuencia que casi mantiene secuestrada la tranquilidad de la ciudadanía.
Mientras tanto, los crímenes se han duplicado en los últimos meses, regando las calles de la ciudad capital de muertos, heridos, secuestros, asaltos, víctimas de robos y de otros delitos.
Panamá no se puede convertir en paraíso del crimen. Basta ya de tanta indolencia, la ciudadanía exige al gobierno que haga lo necesario para detener la ola de sangre que amenaza con ahogar la endeble paz de nuestra sociedad.
Una de las promesas que el 1 de septiembre del 2004 hizo el gobierno de la "Patria Nueva" fue brindar mayor seguridad. Ya apenas faltan 15 meses para que culmine el mandato del gobierno y no se observa cumplimiento de la palabra empeñada.
Ojalá que en lo poco que les queda al frente del poder, puedan encontrar la receta para que los panameños puedan recuperar la tranquilidad de caminar por las calles, sin el temor de ser blanco de un delincuente.
La población reclama mayor vigilancia y que esa pila de agentes de la Fuerza Pública que se dedican a cuidar a los altos cargos del gobierno, cumplan una labor más eficaz: evitar que la delincuencia siga tomándose las calles del país.