n Se acusa a los medios de comunicación y a los publicistas de usar a la mujer como un objeto sexual para vender sus productos. Se acusa al "sistema" de rebajar a la mujer en su dignidad, y colocarla en una posición de menor valía, al presentarla como una cosa, más importante por sus atributos físicos que por sus dones espirituales y profesionales.
Pero ¿Cuántos se preguntan por qué la mujer se deja? Sería menester de las propias féminas darse su lugar y negarse a ser utilizadas de esa manera.
En la medida que las mujeres rehusen aparecer como meras cosas, como un busto o un trasero y nada más, y exijan un lugar adecuado en la sociedad en la que se desenvuelven, así mismo serán tratadas.
Ocurre lo mismo con aquellas que se visten escandalosamente, ejerciendo todo el derecho a la libertad de la que son merecedoras, según dicen, y no hacen otra cosa que atraer la atención de aquellos que piensan que pueden propasarse, ya que esa mujer está abriendo las puertas a una proposición igualmente escandalosa.
No culpemos únicamente al "sistema". Pongamos el dedo en la herida real, que es la actitud de las propias mujeres, quienes creen que tiene valor cómo se ve a quién es. Esas que creen que pueden dominar a los hombres -no importa cuál hombre sea, incluso los comprometidos- con su cuerpo bonito, que para ellas es un "arma". |