Resulta inconcebible que a la protesta organizada en contra del caótico servicio de transporte público de pasajeros, sólo hayan acudido 150 personas de las cuales gran parte no eran usuarios de este sistema, pero que apoyaron esta actividad por solidaridad o porque indirectamente también les afecta.
Lo bochornoso de esta situación resulta, que este sistema es utilizado por más de 700 mil panameños y panameñas que día a día se exponen a perder su vida o la de un familiar y aún así no se quieran comprometer directamente para presionar a estos homicidas del volante a que cambien o los cambiamos.
Insistimos en que el pueblo panameño no está jugando un papel activo en este tema, ya que en otro país con toda la tragedia que han ocasionado los asesinos del volante mínimamente hubiesen acudido 30 mil personas a la protesta, pero es que el panameño(a) sólo se organiza como siempre criticamos para los benditos carnavales pero resulta imposible organizarse para una situación que nos está costando la vida.
En ese sentido, la población debe entender que si las autoridades no juegan su rol en materia de transporte sobre todo por los grandes intereses que hay detrás de este negocio, todos debemos organizarnos como lo permite nuestra Constitución Política para exigir el respeto a nuestras garantías individuales y sacudirnos ese conformismo e indiferencia que nos está causando gran daño a todos los que habitamos este pequeño país.
Finalmente, le pedimos al pueblo en general que se involucre en la solución de sus propios problemas y que dejen de ser meros espectadores, porque nos ha tocado presenciar que van 80 pasajeros en un bus cuyo conductor y sus pajarracos o pavos hacen regatas, se pasan la luz roja y cometen toda clase de desorden en el manejo y nadie se atreve a decirles nada, ni siquiera llamar a la policía, a pesar que pueden estar a escasos minutos de perder sus propias vidas.