Fue como una onda expansiva de calor, un fogonazo, como el de una olla de presión que al explotar invadió todo el cuerpo de Abelardo Matos.
Abelardo recuerda claramente ese dÃa, cuando miró de frente y vio como salÃa gas del camión de la empresa Tropigas que estaba brindando el servicio a un local ubicado en el edificio América; de pronto, se dio el primer estallido, los carros subieron como un resorte y volvieron a bajar, el cuerpo de Matos estaba encendido.
Las llamas consumÃan su suéter y Abelardo comenzó a desgarrárselo, de allà salÃa su piel, fue una carrera en llamas, huyendo junto a sus dos amigos. No habÃa dolor, sólo recuerda que querÃa salvar su vida.
Más de un mes ha transcurrido desde que el 9 de febrero pasado, cuando se desestabilizó el área bancaria, generando pánico entre transeúntes, empleados de oficinas, que a la hora de la explosión: 1:52 de la tarde, regresaban de almorzar.
Abelardo Matos sobrevivió a la explosión, sólo su familia conoce el vÃa crucis que ha vivido, incapacitado con el 50% de su cuerpo con quemaduras de primer, segundo y tercer grado, más otras secuelas que lo mantienen en la cama del Hospital Santo Tomás.
Las quemaduras están a flor de piel, tres cirugÃas ha tenido que soportar, injertos en sus orejas y sus manos. El dolor, las lágrimas, los gritos han sido insoportables, son parte del testimonio que brinda Abelardo.
En su lecho de recuperación en el Hospital Santo Tomás, observa a lo lejos con ojos tristes, y mirada casi perdida, en ocasiones buscando esos momentos de duros recuerdos, pero con voz elocuente, no tuvo reparos en revivir la tragedia que le sobrevino y la que describe como la "suerte de estar vivo".
Sus brazos lesionados, rosados en carne viva, iniciando la cicatrización de los injertos y las quemadas, están recostados de una manta gruesa. Abelardo permanece en recuperación en la frÃa Sala de Quemados. Su cuello y cara, y orejas casi nuevas, también muestran algo de mejorÃa.
La comparación se puede hacer al ver las fotos originales que muestran como la mitad de sus orejas estaban desintegradas, también las graves lesiones de sus manos, dedos, la piel del cuello y la espalda. La tos en ocasiones lo invade, al tener afectaciones en sus vÃas respiratorias.
CORRIENDO HACIA LA VIDA
Aunque muchos no lo crean, Abelardo se bajó de su automóvil, y al caminar hacia el restaurante "Big Family" donde almorzarÃa con dos amigos, recordó que su llave se habÃa quedado en el techo del auto, siempre estuvo consciente que algo estaba ocurriendo con el carro cisterna de gas.
Fue cuestión de segundos, la explosión lo alcanzó, el fuego se apoderó de su ropa, ingresó al "Big Family" lesionado, no dudó en huir junto a sus amigos, ya que le siguieron otras ondas de explosiones. Entró por la parte trasera al Hotel Marriot, huyendo junto a cientos de personas aterrorizadas. Corrió hasta la VÃa España y fue allà donde un taxista lo vio, nunca olvidará la cara de asombro del conductor, quien bajó del carro al pasajero que llevaba, y exclamó "este hombre se está muriendo".
Fue asà como él, una de las vÃctimas, llegó al Hospital Santo Tomás, se bajó del auto caminando, habló con los galenos del Cuarto de Urgencias, de allà fue internado en la sala de Cuidados Intensivos donde le dieron oxigenación, por su crÃtico estado de salud y no supo más, hasta 3 dÃas después que recuperó el conocimiento.
"Me siento un 50 por ciento menos de lo que era, y no voy a ser el hombre trabajador que fui", sentenció Abelardo, un soldador de 64 años, padre de 5 hijos, compañero de Aura de Matos, del barrio de Calidonia, quien el dÃa de los hechos laboraba en el Hotel Marriot.
¿RECUERDA CóMO FUE ESE MOMENTO?
Và el carro de Tropigas tirando gas, y dije "coño esta vaina va a explotar", salimos rápidamente, se me quedó la llave en el techo del auto, cuando me dirigÃa hacia adentro del restaurante el camión estalló, fue un estrupicio, parecÃa como si estuvieramos en Irak.-una guerra- . Fue tan violento, habÃan como 15 carros, y la explosión levantó a 7. Jamás perdà el sentido. Comencé a quemarme, fue un fogonazo.
¿CóMO HAN SIDO ESTOS DÃAS?
He sufrido demasiado. Lloras, sufres, gritas, pero te tienes que curar. Esto es doloroso.
¿QUé ESTá VIVIENDO AHORA?
Tengo problemas cuando hablo, voy perdiendo la audición. –Muestra su oreja izquierda- . No me siento bien cuando tengo que toser. Necesito un par de guantes especiales que venden sólo en Miami, Estados Unidos y no voy a ser el mismo hombre trabajador. La recuperación va a ser lenta.
-Abelardo se vale gracias al equipo de enfermeros especialistas en traumas de quemados, donde ha tenido que vivir estos duros dÃas en tinas para recuperar su piel destrozada por las quemaduras.
El soldador Abelardo Matos, a quien los galenos no le daban más de 48 horas de vida, abrió sus ojos al tercer dÃa de la explosión, y alguien exclamó: "ya no se muere".
Esta vÃctima de la explosión del área bancaria, sólo recibe una hora al dÃa la visita de su familia, son dos los únicos que pueden verlo, con muchas restricciones, hay que seguir todas las medidas higiénicas que evitan una infección que pueda hacer recaer a este sobreviviente.
Su familia exige justicia, ante la incapacidad a la que está de por vida sometido Abelardo, quien a su edad, tendrá una recuperación muy lenta.
El representante legal de la empresa Tropigas, Móises Bartlet, dijo que no darÃa más opiniones al respecto.
Bartlet aseguró que no hablará hasta tanto la empresa obtenga un diagnóstico médico del paciente.
Los abogados Carlos Carrillo y Ezequiel Vieto, apoderados de Matos, informaron que el Instituto de Medicina Legal realizó la semana pasada la evaluación a la vÃctima de la explosión.
Carrillo interpuso una querella penal contra la empresa, tras el informe de la Oficina de Seguridad
