Parte 4 de 5
Nos cabe la noble satisfacción de ofrecer al culto y batallador pueblo veragüense la primera y más trascendental exposición pictórica, debidamente organizada, con obras de los más connotados exponentes pictóricos de esta tierra, que ha sido pródiga en hombres que se han dedicado al cultivo de las disciplinas del arte y la literatura.
Alguien ha dicho que en el Arte está el alma de los pueblos y esto pareciera confirmarse con creces en esta región, sobre todo en esta ocasión en que nos encontramos ante un conjunto de participantes en una exposición de artistas, algunos fallecidos, como ese gran maestro que fue Manuel E. Amador; ese auténtico pintor de la campiña interiorana como lo fue Chin Carrizo, y precisamente, como lo fue Luis Olivardía, pintor retratista y abnegado educador que ofrendó energías, inteligencia y amor en esa fecunda siembra de inquietudes por las disciplinas del dibujo y la pintura en las aulas normalistas.
Pero junto a las obras de Amador, Carrizo y Olivardía también hallamos en este pintoresco retablo de figuras del arte de Veraguas a Herrera Barría, con su vigorosa e innegable aportación a la plástica panameña y su vitalidad creadora en plenitud. Changmarín, Pinzón y Fernández, cuya ejemplar trayectoria por la expresión pictórica de la provincia merece ensayo aparte.
Detrás de los pintores mayores, viene esa pléyade de jóvenes promesas de la pintura nacional que se proyectan en lontananza en dimensión grandilocuente, como lo son: Richards, Ureña Ramos y Navarro, de cuya consagración por el arte actualmente hablarán con sonoridades internacionales sus lienzos, una vez cuajadas sus aspiraciones de grandeza plástica.
El próximo domingo finalizamos la última entrega dedicada a este noble hombre que dedicó su vida a enseñar en Veraguas las formidables disciplinas del arte que logró absorber en la Escuela de Bellas Artes del Perú. De Wilson Brandao, Velarde, Nilda Herrerabarría y Alonso Him, la Patria chica espera mayores esfuerzos dentro de la pintura. Sus cuadros expuestos ahora anuncian obras de mayor envergadura y madurez profesional a medida que sus incipientes incursiones por estas difíciles disciplinas se repitan, hasta hacerse un hábito permanente.
De todos modos, aquí presentamos con orgullo, el mensaje que conlleva, cada una de las obras que constituyen esta muestra pictórica y que contienen el sublime sentimiento, el espíritu de ese valioso pueblo veragüense, que no dudamos, entre otros caros objetivos alcanzados ya, logrará mejores y más sólidas exposiciones en las que otros pintores de la provincia, como lo están haciendo los actuales exponentes, expresen su mensaje cultural lleno de fe y esperanza en el progreso de la Patria.
Creo que es digno de todo encomio el esfuerzo realizado en el montaje de esta magna exposición PINTORES DE VERAGUAS, y felicito sinceramente a todas aquellas personas y entidades gubernamentales y educativas de la provincia, que han contribuido al final feliz de esta valiosa muestra pictórica.
Dr. Diógenes Cedeño Cenci. Santiago, mayo de 1975.