I PARTE
En este mensaje al corazón, el día de hoy queremos hablarle del lugar que debe ocupar Dios en nuestras vidas y del respeto que le debemos por ser Él la fuente de donde proviene todo.
Respetar a Dios implica amarle, honrarle, darle gloria y no permitir que nada ni nadie ocupe su lugar. Y esto es muy importante, porque hay mucha gente que ha puesto en el lugar del Señor bienes temporales o a algunas personas.
Hay gente que idolatra a un ser humano y lo pone en el lugar de Dios: sea el cónyuge, el político, el artista de cine o el deportista. Esto es fatal, porque Dios está en primer lugar y nada ni nadie puede ocupar su sitio.
La idolatría nos convierte en esclavos y afecta sustanciaImente nuestro ser interior, haciendo de nosotros marionetas movidas por fuerzas negativas y destructivas.
Muchas personas ponen cosas, bienes como dinero, fincas, automóviles, etc. en el lugar de Dios. Esto es un tremendo irrespeto a lo sagrado, a lo divino. Sólo hay un Salvador y solamente ante Él debemos arrodillarnos.
Hay gente que pone precio a su alma y vende su dignidad, su honradez, su prestigio su fama, con tal de conseguir algo. Prefieren vivir inmoralmente, pero con dinero, a vivir moral y dignamente con el Señor.
Esas personas que renuncian a la presencia de Dios y se fabrican sus becerros de oro se convierten en idólatras y están jugando con su propia salvación.
Respetar a Dios implica verlo en todas partes y sobre todo verlo en el ser humano.
En toda persona está la presencia de Dios. Todo ser humano está hecho a imagen y semejanza de Dios y en todos los bautizados hay presencia de Dios de una manera plena. Somos templo del Espíritu Santo.
Aún en los no bautizados hay presencia de Dios, y por eso en todo ser humano hay que ver al Señor. Cualquier ofensa, cualquier daño que hacemos a otros se lo hacemos a Dios.
En el rico, el pobre, en cualquier persona de cualquier raza está el señor y todo ser humano merece respeto. Quien no respeta al hombre no puede respetar a Dios.