"Este man está todo el tiempo emputa’o", dijo la chica de al lado. Otra mujer agrega: "Parece que tiene problemas en su casa y no quiere tratar con nadie, por eso anda así". Lo anterior está más lejos de lo que parece.
En Panamá, la gente tiende a equivocarse porque dicen interpretar las situaciones como debe ser, pero al final se estrellan. Hay hombres y mujeres de cara dura, pero una vez cuando le entras conversación te hablan más bien que el carajo.
¿Ha escuchado alguna vez ese pregón que dice "perro que ladra no muerde". Bueno, algo de esto se puede aplicar. El hombre con rostro serio no significa que el sujeto esté enfadado. Hay gente así. Esa es su manera de ser.
Un efecto contrario ocurre cuando el hombre se desborda en amabilidad hacia las chicas. Aquí, algunos pudieran pensar que el gato anda en busca de algo, pero se estrellan feamente. El sujeto es así con todas y lo es más con su pareja.
En este segundo ejemplo también se registran los casos donde las mujeres se enamoran solas. Ellas se encierran en sus noches de sueño pensando: "Hoy fue muy amable conmigo. ¿Será que le gusto? ayyyy..." La situación siempre termina siendo mal interpretada. Nunca decodifican la realidad de la situación y es por eso que dan lugar a "cuchicheos", "miradas pícaras" e insinuaciones que nada tienen que ver con el trato o la cortesía que un hombre o una mujer proyecte hacia los demás.
Tal vez esas personas que proyectan tanta amabilidad en su marco de referencia están conscientes de lo que se conoce como servicio al cliente. Tal vez ellos, por principio, atienden a los demás como si se estuvieran atendiendo a ellos mismos.
Si es así, sería el mejor ejemplo que podían darnos a los que en algún momento hemos tratado mal a un semejante, todo porque interpretamos mal las cosas.