La paternidad conlleva una serie de derechos y obligaciones destinadas a promover el bienestar de los menores, en donde el velar por la educación de los hijos es tan importante como la alimentación, el derecho a ser felices y a tener una vivienda. Muchos panameños se han dedicado a fomentar el crecimiento poblacional sin planificación, sin responsabilidad alguna, trayendo niños al mundo por el mero placer sexual.
Desde este marco de referencia, al Estado panameño le asiste el deber de velar, para que los padres y las madres intervengan en los procesos concernientes al cumplimiento de los derechos de los menores de edad.
La ley lo prevé pero muchas veces no se cumple. En este caso en particular, me quiero dirigir a ellos, exhortándoles a que asuman sus roles de tal manera, que se interesen en la formación integral de quienes llevan su sangre en las venas. Los padres de familia tienen el deber de corregir, de formar, de educar con el ejemplo y en el caso que sea necesario, actuar con brazo de acero, pero colocándose unos guantes de seda, cosa que puedan educar sin maltratar.
Los padres también deben saber dar el ejemplo, demostrar a sus hijos que lo que les tratan de inculcar, ellos lo practican; deben saber demostrar que son ciudadanos que practican los valores universales, que están revestidos de moralidad, que son éticos y respetuosos, que practican la espiritualidad, ya que nuestros hijos son nuestros jueces, nos juzgan y analizan, y nada podremos reprocharles si les hemos enseñando a ser violentos, desconsiderados, irresponsables, viciosos, deshonestos, rencorosos y desleales.
Si queremos luchar contra la delincuencia, el pandillerismo, la drogadicción y todo lo que ello conlleva, debemos exigir responsabilidades a los padres y promover la prevención para evitar que miles de niños crezcan deformados y resentidos socialmente. La sociedad panameña encara un problema de grandes magnitudes con respecto a la seguridad, y lo demuestran las encuestas.
Es cuestión de acciones integradas y conjuntas entre todos los entes, públicos y privados, que conforman el núcleo social. Recordemos que el fracaso de los hijos representa el fracaso de los padres y que el fracaso de la sociedad representa el fracaso del Estado. El mandatario de la nación, más que nadie lo sabe, y la gran mayoría de los panameños tienen su fe puesta en él, una esperanza para que el país y la forma de vida de sus asociados cambie.