Hoy en todas las iglesias del país se inicia de la liturgia de la Semana Santa con la bendición de las palmas, en una ceremonia que los católicos han denominado Domingo de Ramos, que recuerda la entrada del Hijo de Dios a Jerusalén, días antes de su Pasión y Muerte.
La bendición de las palmas o ramos tiene un gran simbolismo entre los católicos.
La tradición resalta que los cristianos los colocan luego en sus casas para protegerse de los demonios y como un especial y celestial protección.
Cuando entramos de lleno en la Semana Mayor tenemos que elevar una oración por la Patria para que siempre exista paz y que Panamá, independientemente de las precariedades económicas, sea una nación que cuente con la bendición de Dios.
La pasión y muerte de Jesús nos debe hacer reflexionar para retomar nuestro amor hacia Dios, para evitar las tentaciones del ateísmo y de las doctrinas exóticas y extremistas.
La Semana Mayor debe de ser de meditación, porque Dios hecho hombre fue crucificado por nosotros. El Mártir del Gólgota, convertido en Redentor de la humanidad se sacrificó y derramó su sangre para salvar al mundo.
Es por eso que debemos recordar que la Semana Mayor no es para festejos. Son días para la comunión con Cristo y reflejar más que nunca la caridad cristiana. Lo correcto en estas fechas son os actos de amor, de fe y de recogimiento.
Los políticos también deben respetar la Semana Santa y necesariamente deben hacer una tregua y evitar que las pasiones se desborden.
La juventud también debe respetar los ritos de la Semana Mayor y no utilizar los días de asueto para la francachela, difundir música estridente y libar licor, combinación que al final nos trae un lógico saldo: muerte y dolor