Los panameños están acostumbrados a que los políticos, los que manejan el "arte de gobernar" mientan con impunidad, premeditación y alevosía.
A que estos "seres sobrenaturales" rompan el cascarón luego de estar invernando en sus oficinas refrigeradas por casi cinco años, para acechar a desprotegidos ciudadanos de a pie entusiasmándolos con promesas disfrazadas y mentiras sonoras.
A estas alturas del partido, el panameño que ignore que los políticos son "mentirosos profesionales", que mienten hábilmente y en la mayoría de las ocasiones a conciencia, sin duda alguna vive en otro planeta.
Pinocho sólo decía mentiras, pero era inocente. En cambio, los políticos son malintencionados y desvergonzados.
Como llamar a las acciones de los políticos; "mentiras, barbaries, infamias, despropósitos o crímenes"; la lista pudiera ser extensa, Pinocho se arrepintió de sus mentiras, ¿Que político lo ha hecho?
Los políticos se especializan en captar con precisión los deseos de sus electores. No les preocupa si podrán cumplir sus promesas y cuando alcanzan el nivel de creer sus propias mentiras, su poder de persuasión se sublimiza y se potencia.
El político, de aquí o de cualquier parte del mundo es un ser enfermo de poder, que esta dispuesto a hacer lo que sea, por llegar al poder. Las mentiras de Pinocho eran inocentes, y no le hacían daño más que a él. Pero las mentiras de los políticos le hacen daño al mundo, a las naciones, a los pueblos y sobre todo a la gente.
Las mentiras de los políticos son más grandes, más dañinas y además son más seguidas que las de Pinocho.
El político es vivaz, pero no inteligente. Es un ser extremadamente carismático, pero no sincero. Es un individuo bien informado, pero no culto. Es grandilocuente, pero fundamentalmente, mentiroso. Es hipócrita, pero no educado. Es aparente, pero no verdadero. Esta es la radiografía del político. Razón por la cual, la gente decente y honesta, no se mete en la política, ni aquí ni en China.
La gente decente e ingenua que se mete a la política... o se corrompe, o se sale o se muere. Porque en síntesis, para ser político, se necesita ser mentiroso.
Lo cierto es que si a todos los políticos les creciera la nariz como a Pinocho, ya lles llegaría hasta la luna.