Uno de los presentes abrió la boca en señal de asombro. Otro movió la cabeza en forma negativa. Y la secretaria me miró como si estuviera loco. Era medio día del domingo diecisiete de febrero y había dicho una idea que se me ocurrió hace días. Muy serio les dije que escribiría pidiendo que en Panamá se celebren dos carnavales al año, en lugar de uno.
Por las reacciones de los presentes (varios profesionales), la idea les pareció descabellada. Otra de las "locuras" de Milcíades", como piensan algunos cuando digo algo distinto.
Entonces comencé a hacer un análisis serio para reafirmar mi planteamiento de los dos carnavales.
Me fui primero por el aspecto económico. Allí tuvieron que aceptar (no muy contentos), que el carnaval significa un movimiento de millones de balboas. Esto sin lugar a dudas mejora la economía panameña, especialmente en el interior.
Entre risas sostuve que es cierto que como decían los viejos en Santana hace más de medio siglo, "lo único que toman en serios los panameños es el carnaval".
Después me referí al descontento social que sufre cada día este país. Durante el carnaval, nadie protesta y mucha gente se divierte y se siente feliz. Esto es bueno para la convivencia comunitaria.
También mejora la seguridad. Nunca hay tantos "pacos" en las calles como en el carnaval. Ellos mismos hacen su "agosto" en febrero, sobre todo ahora que inventaron eso del "guarómetro".
En esos días casi no se escucha de robos de bancos y supermercados, menos de peculados en el gobierno, asaltos a turistas llenos de dólares cuando van hacia la Zona Libre, etc.
Realmente los delitos son menores, aunque hay que resaltar accidentes de carretera y ahogamientos, cosa que es corriente durante cualquier verano.
Otro aspecto positivo es que desaparecen las "desigualdades sociales" por unos días. El "rabiblanco" se mete en la tuna interiorana y se divierte junto al "de abajo".
Los políticos se lucen buscando votos sin que les cueste mucha plata. Y a los obreros no se les ocurre cerrar calles porque serían inútiles sus protestas.
El Presidente se puede ir a la "Cochinchina" y a nadie le importa "un bledo", como dicen en Calzada Larga.
"¿Y Mingtoy también organizaría ese segundo carnaval?", preguntó con malicia uno de los presentes. Allí sí me fregó, porque no tenía respuesta a esa pregunta...