Un funeral de mi gente pobre, pero a lo grande, alegre y lleno de flores del variado jardín nacional.
Rosa Elena Bonilla Castillo, "La negra de El Chorrillo", lo hubiera aplaudido.
La mujer, que casi no se perdió un entierro en el barrio, dio su último recorrido ayer por las calles chorrilleras, metida en el pentágono fúnebre, seguida de una multitud caracterizada por hombres y mujeres de edad avanzada.
Fuertes hombros masculinos cargaban el féretro que era seguido por la multitud al son de las tonadas arrancadas a los timbales y tambores de la "Comparsa Los Campesinos de El Chorrillo", grupo que se unió a la marcha pocos metros después de la Iglesia de Fátima, en la Calle 26, donde se ofició la ceremonia religiosa.
Atrás iba un coro desafinado recordando las letras de la canción del sonero Ismael Rivera: "De todas maneras rosas", mientras que a su paso por la estrecha calle camino arriba, de los cuartos y zaguanes se escapaban vítores y débiles ecos de tambores, aplausos y demás.
"Y tú que me decías que Rosa no venía na', mírala en la calle con su último detalle.." cantaban los de la comparsa, que a ratos eran opacados por el coro que insistía en interpretar a "Maelo", con las letras: "De todas maneras rosas, para quien ya me olvidó..".
Ayer, las caras lindas de la gente negra de El Chorrillo desfilaron desafiando los cañones de algunos delincuentes, puesto que al llegar a la intersección de la Calle 25 Abajo, se decidió subir hasta la casa de Rosa Bonilla, mientras el rumor se desataba entre la multitud.
- "Los muchachos no deben subir, no deben arriesgarse..".
- "No te preocupes, ahí está la Policía".
Los diálogos eran sostenidos por moradores que temían acompañar el cortejo fúnebre hasta la Calle 25 Arriba.
Un patrulla y algunas unidades a pie, escoltaban el féretro.
Rosa Bonilla fue llevada hasta su vieja vivienda, donde hubo un bailoteo a lo grande con el sabor chorrillero.
La panameña que inspiró al sonero Ismael Rivera murió el lunes a los 74 años de un paro cardíaco, tras permanecer varias semanas hospitalizada a raíz de un cáncer que la consumió.
A la 1:30 p.m., en la Iglesia de Fátima empezaron a llegar los amigos de Rosa. En los edificios algunos vecinos, sentados en aceras y banquillos maltrechos, decían: "Se murió Rosa", y entre cortas y largas palabras, contaban una que otra anécdota de la negra.
El cuarto número 008 donde vivió, estaba solo y a oscuras, pero en la esquina de la Calle 25 Abajo, en "Mi jaragual, que inmenso" (lugar que alguien llamó "El salón de la fama de El Chorrillo"), un grupito estaba reunido con las palabras atropelladas para decir algo de la negra.
"Sorolo", el inseparable amigo de Rosa Bonilla, con lentes oscuros tal vez para ocultar la traición en la ventana del corazón (ojos), era uno de los que estaba en el rincón. En su memoria perdurará el recuerdo de la mujer alegre, que era puro amor, humildad, amiga.. "Los años que tenía, los gozó bien", aseguró.
Allí estaba Roberto "Mano de Piedra" Durán, quien cuando se acercaba el carro fúnebre rumbo a la Iglesia, corrió pidiendo aplausos para su amiga, mientras que el equipo de sonido del local arrancaba las inconfundibles notas de la canción de "Maelo". Al ex boxeador se le unió una veintena de hombres para escoltar la carroza hasta el templo católico.
"Era una mujer muy trabajadora.. mi amiga.. ayudó a los pelao's.. Todos conocimos a Rosa", las ideas de Durán salían entrecortadas, mientras miraba y seguía el ataúd.
En el templo, la gloria del boxeo se apoderó del micrófono para subrayar que en El Chorrillo no todo es malo, que allí hay gente buena, que no hace cosas malas. "Hasta más luego, Rosa"..
¿Quién era Rosa Bonilla? Una chorrillera humilde que trascendió las fronteras panameñas, quedando inmortalizada con la canción del sonero puertorriqueño Ismael Rivera.
"Nunca tuvieron un romance", afirmó "Sorolo" (Pedro Rodríguez), aunque la letra de la canción así lo sugiere.