Comentó una persona que un amigo lo había ofendido gravemente. Tiempo después, el sujeto reconoció su falta y pidió perdón. Esta persona lo perdonó, pero no puede olvidar lo que le hizo. Esto ha afectado su relación de amistad.
Las ofensas son inevitables en el trato mutuo entre seres humanos. Aunque no queramos ofender, a veces lo hacemos, mediante palabras o mediante gestos o mediante acciones. Santiago 3: 2 dice "Porque todos ofendemos muchas veces"
Sin justificar la acción del amigo, es imposible vivir sin ofender a nadie. Gracias a Dios que tenemos a disposición el recurso para arreglar las ofensas. Este recurso se llama el perdón.
Este amigo parece tener un buen concepto de lo que es el perdón y por eso ha reconocido su falta y pidió perdón. Esto habla bien de él, pero no de quien no puede olvidar la ofensa.
Suena duro, pero para vivir en paz, todos los panameños debemos perdonarnos y vivir como hermanos. El verbo perdonar debe aprender a conjugarse de manera real.
Al perdonar uno dice: No lo haré. No torceré el cuello al que me ofendió. Le haré un favor no merecido e incondicional de no desquitarme por lo que me hizo.
El perdón es un compromiso que se hace delante de Dios, por el cual, nunca jamás va a tomar venganza por la ofensa que ha recibido. Esto es perdón. Perdón no es sinónimo de olvido. Se puede perdonar aunque no se logre olvidar la ofensa, porque el perdón es simplemente una auto-imposición ante Dios para no devolver con mal a la persona que hizo mal, pero lo más recomendable es tirar a la basura cualquier ofensa recibida para vivir en paz.
De seguro usted sabrá qué ocurrió con este amigo, pero ¿sabe qué? olvídate de esa vaina y échale tierra para siempre y fortalezca esa amistad valiosa que nos ayuda a ser cada día mejores ciudadanos.