El capítulo de la Copa de Naciones no se debe pasar por alto, aquí no se puede voltear la página tan fácilmente, esta fue una situación por la cual nunca más debemos pasar en nuestra selección, pues hay material para ese bendito puesto del cual carecimos en Guatemala, de una cosa estoy segura, si hubiéramos tenido delanteros natos, hoy Panamá sería dueña de la copa.
No sé cómo se puede decir que la falta de delanteros no afectó el desarrollo de los partidos, de veras piensan que aquí en Panamá nos vestimos con taparrabos y usamos penachos.
Con el bajo nivel que presentó este torneo, otra debió ser la historia para nuestro onceno, alguien decía por allí que no daba ganas de ir a recibir a los muchachos el lunes, eso es injusto, los jugadores trataron de hacer el trabajo, lo mejor que pudieron, ¿qué si hubo un desgaste?, Claro que lo hubo!!!, sin delanteros intentaron llegar al marco contrario y hacer su posición y la que faltaba.
Al que le debe caer toda la responsabilidad de esta actuación en tierras chapinas, es sólo a su director técnico, y no es querer tirar tierra sobre lo muerto, no, quien se confió y creyó en pájaros preñados y no tomó las debidas precauciones y siguió su estilo de banca vacía, fue Hernández.
Qué Panamá haya ocupado el cuarto lugar es lo de menos, lo importante es que por lo menos el partido que debíamos ganar, se ganó contra El Salvador y estamos en la Copa de Oro, gracias a la pierna de un ex mundialista Sub-20, esos jugadores que ahora le fueron de mucha utilidad y que antes no tomó en cuenta. Dios ilumine al técnico y en este torneo que se realizará en julio limpie la cara de mi país.
Cómo alguien cree poder traer un título de esta naturaleza a nuestro país a base de las siempre interminables improvisaciones, sin planificar de manera responsable su material humano, no había manera de hacerlo sin ofensiva, cuando el técnico colombiano sabía que un jugador estaba prestado por un solo juego y sabía que el otro se había quedado suficiente veces en el aeropuerto y más aún esperanzado a un jugador del club Pereira de Colombia que no era la diferencia.
Todos nos ilusionamos con el juego que Panamá le realizó a Honduras, igual que nos ilusionamos en Guadalajara con el juego contra los Estados Unidos, ¿y después qué? Otro fracaso, otra piedra en nuestro camino, otro trago amargo que digerir.
El técnico José Hernández calificó como positivo el balance de este torneo, pues según él se cumplieron 3 de los 4 objetivos con los que viajaron, mirar jugadores, clasificar a la Copa de Oro y mostrar la evolución del fútbol de Panamá, por supuesto la cuarta que no consiguió fue ganar la Copa de Naciones.
¿En verdad el técnico colombiano piensa que mostró la evolución?, cuando todo un país sintió que habíamos retrocedido en el tiempo. La razón por la cual un entrenador testarudo no convoca a un jugador como Roberto Brown, quien nos ayudó para clasificar a la hexagonal final, yo no sé cuál haya sido el motivo, pero hay veces que por el bien de un país, tenemos que posponer cosas, este jugador no ha tenido buen desempeño en los últimos partidos, pero es un delantero nato y se dieron el lujo de dejarlo...
Y está claro que desde que Hernández llevó un equipo mínimo a Guatemala regaló tres cupos importantes, nuestro técnico se pasó de la raya con el conformismo, ¿cómo puede ser optimista?, los números reflejan tres derrotas seguidas, 5 goles en contra y sólo un gol a favor, jugadores y cuerpo técnico expulsados y para remate una goleada de despedida... el saldo está en rojo.
Hay que aceptar los errores que nos cuestan, reordenar filas y buscar fórmulas para seguir con vida en la eliminatoria, pues vienen dos compromisos difíciles y consecutivos y es preocupante que a estas alturas nuestra selección no tenga una ofensiva verdaderamente definida, sigamos el laboratorio, no le queda de otra, debe convocar delanteros con esa mística ofensiva, con esa sed de gol que a muchos les hace falta. Que tome esto como una lección, que le costó a Panamá, que siga trabajando con humildad, pues fue por la Copa de Naciones y terminó tomando un vino amargo.