Monseñor Emiliani, soy un padre de familia que sufre mucho. No he podido sobreponerme a la muerte de mi hijo ocurrida hace dos años. Aunque no estaba tatuado andaba con una mara y fue asesinado por muchachos de otra pandilla. Yo, por razones económicas, estuve dos veces en los Estados Unidos "mojado" o sea ilegalmente. Creo que por mi culpa, por estar yo fuera de casa mucho tiempo, él andaba con esas malas compañías. Hoy tendría 19 años. Tengo mi esposa y dos hijos más y también una hija de anterior unión. Todo lo que hice fuera del país fue por mi familia.
Estimado señor: Tengo un gran dolor ante la muerte absurda de tantos jóvenes en nuestra patria. Cada día aumenta el número de muchachos y muchachas asesinados. Quiero decirle lo que realmente puede dar sentido a su dolor y le permitirá asimilarlo: su hijo está en camino a la Resurrección plena y desde allí está orando por usted y su familia. Por otro lado, usted se fue a Estados Unidos para ayudar a su familia y volvió a su casa. Ha sido un hombre responsable. Se siente culpable de los pasos equivocados que dio su hijo. Usted como padre es responsable de la educación de sus hijos y una ausencia prolongada puede ejercer un efecto negativo. Pero hay otros muchos factores que intervienen en la conducta de un joven. Usted como muchos otros se fue del país porque quería conseguir dinero para su familia. Usted ama a su familia, y así estoy seguro ese muchacho lo entendió.
Su dolor prueba que usted quiere de verdad a sus hijos. Dejemos el juicio a Dios. No es bueno que se está culpando tanto. Más bien, dedíquese todo lo que pueda a su esposa e hijos que están vivos, incluyendo a la hija de su anterior unión. Además vea que puede hacer usted para ayudar a los jóvenes en crisis, ya que todos tenemos que ver cómo cooperamos para recuperar a tantos muchachos que andan desorientados.
Le aconsejo que ingrese a una comunidad de su Iglesia. Participe en las actividades religiosas y aumente su crecimiento espiritual. Como cristiano viva más intensamente la gran buena nueva: la Resurrección de Cristo como misterio de fe que da sentido a nuestra vida y mueve nuestra esperanza. Recuerde que con Cristo venceremos.