Sylvester Stallone regresa haciendo un mejor cine, gracias a sus viejas glorias. Qué bueno, porque afortunadamente el resultado de Rocky Balboa, la sexta de la saga del adorado boxeador, y de John Rambo, la cuarta del militar vengativo, uno supera las basuras que su ego produjo en los años ochenta.
Ahora, unos misioneros piden los servicios de Rambo y él regresa por ellos cuando son capturados por la milicia birmana. El contexto deja de importar, pues Stallone decide hacer tres cosas muy interesantes con su historia: hacerla gráficamente violenta (más de 250 muertos en pantalla), darle más parlamentos filosóficos al héroe y cerrar el ciclo de humanización del personaje (al final regresa a casa de su padre, una finca a todo meter en el corazón de gringolandia y reconciliado con sus fantasmas personales). Por lo demás, muchas balas, sangre y razones por las cuales uno sigue dando crédito a Rambo (porque Rambo es Rambo), y lo que mejor sabe hacer. Calificación: 3.3, sin duda la mejor de la serie después de la primera.