El camino hacia los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 ha resultado ser, para el deporte nacional, un viaje con más náufragos que navegantes.
La esgrimista Yesika Jiménez, por ejemplo, por falta de apoyo y patrocinio, no pudo viajar a Europa a disputar las diferentes copas mundiales que otorgaban puntos para clasificar a los Juegos Olímpicos.
Víctimas de una increíble desorganización deportiva, nuestros atletas ven sus sueños y anhelos frustrados, al no poder representar a su país en los escenarios deportivos internacionales.
Actualmente, y esto es importante que se sepa, la alianza entre cultura, educación y deporte, conforma una filosofía de vida para el desarrollo armónico de las personas y, por este motivo, en muchas sociedades modernas no se deja de alentar, apoyar y promover las diferentes disciplinas y actividades deportivas.
Pero en Panamá algunos dirigentes parecen no entender lo vital que es el deporte para el desarrollo del ser humano.
Dice un viejo mensaje olímpico, muy hermoso por cierto, que el esfuerzo equivale al progreso y que el deporte es tanto la libre manifestación de la inteligencia como el sentimiento de una regla que no frena la exhuberancia sino que la orienta, dirige y domina.
El 7 de marzo de 1891, el Padre Dominico Henri Didon, en su discurso de entrega de los premios anuales de la Asociación École Albert le Grand, de la que era director, pronunció las palabras "Citius, altius, fortius" que al español se traducen: Más lejos, más alto, más fuerte.
En ocasiones se ha querido ver en estas palabras un estímulo para mejorar los récords y las plusmarcas, pero su verdadero sentido corresponde a una invitación a ser "Más digno, más alto, más fuerte" en los apectos personal y moral.
Desde 1982, el Barón Pierre de Coubertin comenzó a difundir a través de la revista francesa "Les Sports Athlétiques" las palabras del Padre Didon para impulsar la restauración de los Juegos Olímpicos.
Es hora de que apoyemos al deporte en Panamá para que sea "Citius, altius, fortius".