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Hay un dicho popular que indica que “la política es algo muy serio para dejárselo a los políticos”. Hace cincuenta años, en el Panamá llamado la “Patria Boba”, se decía que “Si tu hijo no sirve para policía o barbero, mételo a político”.
Todos estos decires son negativos para la política, aunque realmente se refieren a la politiquería. Porque si consideramos que la “política es el arte de gobernar a un pueblo”, entonces la palabra no es negativa.
Pienso en esto, porque la actividad política y politiquera se ha desatado en Panamá, promovida en gran parte por el mismo gobierno.
(A lo mejor piensan que así el pueblo se olvidará de las fallas que tiene la administración”).
Y nuevamente el pueblo está viendo el espectáculo -bochornoso algunas veces- de gente gritando sin ningún sonrojo o vergüenza, que son las mejores personas para dirigir este pequeño país.
Hay individuos que se echan tantas flores y perfumes, que uno tiene que preguntarse si ellos mismos se creen sus mentiras.
A veces pienso que sí. Que algo tenebroso vuelve ciego a ciertos personajes que no pueden distinguir la realidad, aunque ésta sea más grande que una montaña.
Con razón desde niño escuché decir que “cada uno escucha lo que quiere escuchar”.
Personajes que no tienen mayores méritos, saltan a la tribuna pública de los medios de comunicación, como salvadores de la Patria.
Lo peor de todo es que mucha gente los conoce muy bien. Saben que se trata de un malandrín de saco y corbata, un aprovechador y sinvergüenza.
Pero la política no es mala, sino los politiqueros que la dañan.
Conozco muchos panameños(as) serios y honestos, que estarían dispuestos a trabajar por conseguir mejores días para la patria panameña.
Sin embargo, esa gente no está de acuerdo con meterse a un partido político, donde seguramente gente bellaca aparecerá como “la gran cosa”.
Conseguir un puesto público a base de “cepillar” o prestarse a cualquier chanchullo, no es cosa que entusiasme a panameños serios.
No importa que como premio se den puestos con elevados sueldos, hasta con autos, gasolina, viáticos, guarda-espaldas, (para que hagan los mandados al super y lleven niños a la escuela), etc.
A todo esto hay que agregar que no siempre el pueblo le dará el voto a los mejores candidatos. Numerosas experiencias existen de gente decente que perdió una elección, ante las “marrumancias” de politiqueros que consiguieron votos a base de licor, “salves” (dinero) y triquiñuelas.
Claro que es hermoso trabajar para ayudar a surgir a esta patria panameña. Lo malo es que actualmente el precio que hay que pagar es poco atractivo para gente con dignidad y honestidad.
¿Seguiremos siempre en este círculo de desfachatez?
Por lo que he podido ver hasta ahora, sí seguiremos... a menos que Ud. les dé raya a ellos al momento de votar en las próximas elecciones.
Pero tengo mis dudas sobre el comportamiento del pueblo. Pienso que seguirá respaldando a los sinvergüenzas politiqueros. (Ojalá me equivoque). |
