Durante la temporada de carnaval la mayoría de los panameños se dispondrán a pasarle bien junto a sus familiares y amigos. Lejos han de quedar las preocupaciones diarias, la estresante situación económica y la amenaza de una crisis económica sin precedentes.
En el plano político, los candidatos harán sus respectivos recorridos por las diferentes provincias y ciudades para entrar en contacto cercano con las masas electoras.
Este es un movimiento calculado por los estrategas de las diversas campañas y no es extraño que las declaraciones contra los adversarios, aguarden un mejor momento.
Sin embargo, desde esta tribuna quisiéramos instar a los candidatos a todos los puestos de elección, no solo los presidenciales, para que al regreso de las festividades del carnaval, presenten más propuestas que ataques contra el adversario.
De continuar la diatriba la campaña corre el riesgo de transformarse en un escenario de acusaciones y de expresiones altisonantes, en vez de un foro de propuestas y propósitos.
No es justo que la población en este siglo veintiuno, todavía continúe recibiendo más de lo mismo, insustancialidad, señalamientos, acusaciones y discursos sin argumentos.
Creemos que el ciudadano panameño ha alcanzado un grado de madurez política que le aleja cada vez más de los enfrentamientos y le permite polemizar con altura y conocimiento.
Debe elevarse el discurso político, presentarse en los debates y foros con argumentos de peso capaces de convencer a un electorado ávido de realizaciones y cansado de promesas vacías.
Hacemos un llamado a los políticos para que no sucumban ante la mediocridad, lo superficial y el insulto. Elévense sobre los rescoldos de un pasado ya superado y discutan sus planes en un nivel como el que requiere el ser candidato a un puesto, no solo de elección, sino también de confianza pública.