Hasta el último segundo en que el equipo de Panamá tenía vida muchos mantuvimos claras las calculadoras en nuestras mentes soñando con algo absurdo, desesperante y que no merecíamos: el repechaje. En más de una ocasión me preguntaban: qué pasa si... y si nos marcan dos... Contestaba con ánimos esperando ese milagro que no se dio.
Hoy pienso que no es justo que tengamos que pasar por ese espectáculo bochornoso de rogar, sumar restar y dividir. Hoy no hablaré de la convocatoria, ni de lo que no se hizo, ya eso es llover sobre mojado. Tampoco me volveré loco llamando al caos y la destrucción del fútbol.
Aquí hay que ser cauteloso, señor lector, pues hay gente que nunca sigue el deporte, pero se aprovechan de estas situaciones para hacerle daño al fútbol. Sé que no hay excusa válida para la debacle del Rommel. Ni el calendario, pues el de El Salvador era peor y clasificaron.
Con esto se demuestra que por más adversidades que se tengan, hay que demostrar las cosas en la cancha. Tampoco las suspensiones, pues con Honduras no teníamos el plantel completo y se jugó mejor que con Nicaragua.
En ese juego marcamos un tanto. Ante los nicaragüenses qué no fallamos. Ni los juegos de fogueo es excusa. Pues Costa Rica sólo jugó uno con la Universidad Católica de Chile y miren lo que lograron.
Simplemente se falló, acéptenlo señores. Nada de cuentos, ni fantasías, basta de derrotas. La puntería ni en el último día mejoró. Terminamos con un promedio de un 0.80 goles marcados por juego y en contra fue de uno.
Matemáticamente no se jugó mal, pero en la cancha es otra cosa. Eso del papelito que si salió o no, para mí es todavía más ridículo, ni la suerte nos sonrió. Por eso repito: ni el repechaje merecíamos, pues como estamos al Caribe íbamos era a pasar más vergüenzas.
Lo que nos toca es reestructurarnos y empezar a darnos cuenta que si las cosas no se van a hacer bien, es mejor no hacer nada. Esta Copa de Naciones no ayudó al fútbol, es más, dejó a la fanaticada triste. Ojalá la Sub-20 nos quite la vergüenza. ¡Ayayai pobrecito Centenario! ¿Qué te hemos hecho? |