"En vez de brindar a la juventud instrumentos, démosle el consejo y el ejemplo para que sepan controlar sus pasiones y de esa forma evitar enfermedades". José Dimas Cedeño, Arzobispo de Panamá.
La tesis del máximo prelado de nuestra iglesia católica, plantea la disyuntiva entre la educación moral o sexual y es interesante esta postura, porque el Estado panameño está fuera del enfoque de los nuevos tiempos, en que la proliferación del SIDA y otras enfermedades, son el ejemplo de que a la juventud no hay que educarla para el pecado, sino para la formación moral.
La eliminación de las luchas ideológicas hacen mirar a la humanidad hacia lo bueno o lo malo y hoy, intentar educar sexualmente a la población quedó atrás, porque la liberación sin leyes de Dios y del hombre, constituyen una aberración en el momento actual.
Repartir condones y no hablar de moral es lo mismo que intentó el intelectual argentino, José Ingenieros, crear una moral sin dogmas, es decir, sin Dios.
Los esfuerzos de un Estado deben ser dirigidos a que el hombre se dedique al bien y a la prosperidad, al fortalecimiento de la familia, a las relaciones de los hijos, pero sobre todo a vivir del amor.
Los panameños nos hemos demorado mucho para introducir el tema de la educación sexual, cuando el mundo se está rigiendo por otros patrones y nos parece más sabio, hablar del pecado que del uso de condones.
La preocupación de la iglesia católica y de nuestro arzobispo, José Dimas Cedeño, están en el camino justo y es una crítica saludable. |