Tras las altas murallas del Centro Femenino de Rehabilitación las reclusas andan libres por doquier. Bajo un frondoso árbol de pino, Elizabeth, Lupe y Laura confesaron los amores que cambiaron sus días para siempre.
UN AMOR QUE MATA
Elizabeth tiene ocho años en la cárcel. Esta pagando por un homicidio que cometió a los 19 años por culpa de su marido. Mató en defensa propia a la amante, de quien una vez fue el amor de su vida.
"Lo adoraba, lo amaba, veía a través de sus ojos", comentó la joven de hermosa sonrisa y presencia agraciada, quien al visitar a una amiga en Villa Guadalupe, la "otra", habitante del sector, supo de su llegada y la provocó.
Me agredió verbalmente y le contesté", dijo Elizabeth. De pronto la otra chica, de 27 años, sacó un punzón y para defenderse, Elizabeth le descargó una nueve milímetros vaciándole las ocho balas que contenía el arma.
Nada más se acuerda de la primera detonación, puesto que su mente se bloqueó y al sonar el pestillo que indicaba que no había más balas, reaccionó. Ya todo había pasado. Reconoció que la ira envolvió su corazón pues "nunca pasó por su mente ultimar a alguien". "Lo hice en defensa propia", alegó.
El amor que una vez alegró su vida se esfumó y sólo ve a su ex marido y padre de dos de sus tres hijos como una persona más. Perdió el caso. Fue condenada bajo el dictamen de crimen pasional a 12 años de prisión.
Dice tener paz en su corazón. Le ha pedido perdón a Dios. Sus ojos dejan ver la serenidad y sus labios le sonríen a la vida esperanzada de recuperar la libertad y volver con sus hijos.
Hoy ve el día de San Valentín como uno más, pero reconoce que la verdadera amistad es maravillosa y está en su corazón, al igual que el amor que Dios.
SU MARIDO LA INCULPÓ
Simpática y cariñosa, así es Lupe, una hermosa chica de 23 años, quien desde los 18 años ingresó al centro penitenciaria, porque su esposo de 36, asesinó a sangre fría a su propia amante y al bebé de la víctima, inculpándola a ella (Lupe).
Un día, su hombre le pidió acompañarlo a hablar con la amante. Al llegar a la casa de ésta, ella permaneció en el carro, mientras que su esposo entró y disparó contra lamujer y una criatura, quien posiblemente era hijo de él.
"No tuve participación en el crimen, mi único delito fue estar en el lugar de los hechos", confesó con tristeza. Ya no siente nada por aquel hombre. Itro se ha ganado su cariño, visitándola y apoyándola desde el otro lado de la muralla.
"El amor es saber que tú y yo nos queremos, no que el mundo entero lo sepa. Es un sentir que no te quiere lastimar, simplemente quiero lo mejor para ti", respondió con sabias palabras la amistosa Lupe. Dijo que hoy escribirá una carta de agradecimiento, cargada de cariño para ese nuevo amor.
De igual forma, reflexiona sobre la libertad: "la vida es linda allá afuera. Pasar aquí adentro un día de la amistad, Año Nuevo, Navidad, un cumpleaños sin tus hijos no es fácil, hay que ponerle alma vida y corazón", arguyó. Mientras los días pasan Lupe lleva la mensajería en el centro penitenciario y comparte su buen humor con sus compañeras.
LO DEJÓ TODO POR UN NUEVO AMOR
Cuarenta seis años de edad acarician el cuerpo de Laura de España, una culta y fina señora de cabellos rubios y ojos verdes, quien cansada de la rutina que vivía con su esposo, dejó la estabilidad para huir con un buen mozo español, quien la deslumbró.
Su intención era ir en busca de diversión, pero se enamoró y el mismo día que lo conoció dejó a su familia para vivir dos años de intenso romance. El joven amante de 29 años era un oficial de la construcción y la atendía, pero era egoísta con el dinero, aseguró Laura.
El mozo español optó por traficar un cargamento de droga, llevó a Laura de España a Colombia, sin que ésta supiera de la transacción. De regreso de Colombia hicieron escala en Panamá, donde los detienen con drogas en las maletas.
Desde aquel detención Laura y su joven amor se encuentran detenidos. La amarga experiencia le ha servido para valorar el amor de sus hijos y su esposo. Su corazón está confundido por ambos amores y, aunque sabemos con quien se quedará, la bella señora nos pidió la reserva.
Espera ser devuelta a España, donde el trato en las cárceles es mejor. A pesar de todo y de lo egoísta que es su amante, aun lo quiere, pero reconoció que su más grande amor son sus hijos que le llaman y le escriben. Tres historias, tres mujeres, pero un sólo delito, enamorarse de hombres que les pagaron con dolor y traición. |