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La precisión, es indispensable en su labor artística.  |
Su hermano mayor le enseñó desde muy pequeño, a la edad de los 12 años, a trabajar la joyería, porque todos en su familia se dedicaban a esta faena, pero sólo a él le interesó aprender a hacer las prendas de la pollera.
A sus 37 años, Javier Castillo, quien forma parte de un reducido número de orfebres panameños, de los cuales él es el más joven, confiesa que una de las cosas que lo ha motivado a continuar en el trabajo de la orfebrería típica, es la complacencia que se observa en la sonrisa del cliente al recibir la prenda.
HOY RADICADO EN LA CHORRERA
Desde hace 4 años, Javier se radicó en el área Oeste, constituyéndose en el único orfebre de prendas típicas en todo el sector, en busca de nuevos horizontes en esta dura carrera en la que cada quien tiene que abrirse camino, porque ni la empresa privada ni el gobierno aportan nada a este arte.
“Nosotros los orfebres, tenemos que fabricar y salir a vender nuestros productos, aunque yo tengo un poco más de suerte, porque debido a la calidad de mis trabajos, me hacen muchos pedidos”, comenta Castillo.
SU TRABAJO PARA GENTE IMPORTANTE
Entre las personalidades a las que Javier Castillo, ha realizado trabajos de orfebrería, mencionó a Justine Pasek, a abogados del patio, ministros de Estado, a presidentes y familias de renombre como “Los Virci”, “Martinelli”, “Atanasiades”, y muchos otros clientes de las tierras altas y la Zona Libre de Colón.
Aunque se trata de un arte bastante exclusivo, no hay en Javier Castillo, ningún tipo de egoísmo, ya que está preparando a un sobrino, al igual que su hija Yabelay de 9 años, a quien quisiera dejarle ese legado, además de Andy, Eucady y Chanel, este último vocalista de Nina Campines, quien también está aprendiendo.
De manera sencilla y clara, Javier hace la diferencia entre el joyero, que lo define como la persona que confecciona prendas común y corriente, mientras que el orfebre se dedica a hacer las prendas de la pollera.
“El trabajo es muy delicado y nadie quiere aprenderlo porque se trata de un arte con mucha precisión, que tiene que ser muy exacto y no puede haber fallas de ninguna índole”, explica la fuente.
EL JOYERO DE LA POLLERA
Quién más que Javier para hablar del valor de las joyas de la pollera, las cuales confiesa que son caras y el que las manda a hacer es porque tiene algo de dinero, aunque hoy día muchos las mandan a confeccionar de plata bañadas en oro, pero de todos modos tienen su valor. Las joyas completas de una pollera sobrepasan los B/.60,000.00, “por eso el traje típico nuestro es el más caro del mundo”.
Por segundo año consecutivo, Javier ha confeccionado la corona del concurso “reina de reinas” de la Feria de La Chorrera, que le tomó alrededor de 3 semanas, ya que la misma lleva en el centro un peinetón, a los lados un juego de 8 mosquetas, cuatro de cada lado, brillos y perlas. Su valor es de B/.900.00.
Para Javier Castillo, sería una buena idea que el gobierno a través del Instituto Panameño de Cultura, creara la carrera de orfebres, ya que se trata de un arte que por ahora sólo se enseña entre familia, pasando de generación en generación, pero que está predestinado a desaparecer sino se toman las medidas oportunas.
Ya sabe... cuando usted quiera mandar a hacer las prendas de su pollera, vaya al taller de Javier Castillo, ubicado en la Calle Bolívar en La Chorrera, próximo al Instituto “Victoriano Lorenzo”, y ahí se la confeccionan. |