Todos sabemos que los niños que rondan los dos años se comunican mediante las acciones, con el propio cuerpo, pues recién comienzan a adquirir el lenguaje, estas acciones serían su "lenguaje primitivo". Algunos que se quedan con esas conductas hasta que tienen un poco más de edad.
Por ello, es común que tengan conductas agresivas como morder, patear, golpear, empujar a sus padres, ya que es su modo de comunicarse y no tienen la intencionalidad de causarle dolor a la otra persona. En esta etapa, los niños se caracterizan por la búsqueda de límites, su comportamiento se basa en berrinches, llantos y acciones impulsivas, comienzan a tener sentimientos de frustración que se van intensificando a medida que se le va marcando los límites de cada situación, tarea que corresponde a los padres y educadores.
Es una etapa muy egocéntrica, todo se basa en las propias necesidades y deseos, los niños no son capaces de "ponerse en el lugar del otro" sino que centran toda la atención sobre sí mismos y sobre los objetos que desean para sí. A esta edad es donde se observa que los niños se "pelean" por juguetes o por ver su programa favorito; no pueden observar y comprender las necesidades de los otros. La adaptación que el mundo le exige de un control de sus emociones y la interacción con los otros ayuda al niño a aprender a resolver estas situaciones.
A partir de los 3-4 años, como ya muchos han adquirido el lenguaje, es esperable que los niños se comuniquen de manera verbal, pudiendo ya poner en palabras sus necesidades y deseos. En esta fase, suelen comenzar las bromas y burlas entre pares, pero ya las situaciones de agresión física disminuyen, dado que cuentan con otras herramientas para comunicarse. Lo importante es diferenciar si las situaciones de agresiones verbales o físicas se dan de manera aislada o recurrente.
Existen casos especiales donde situaciones de angustia o malestar no pueden ser elaboradas por los niños y no pueden trasmitirlas verbalmente, por lo que utilizan agresiones físicas para hacerlo. Estas situaciones conflictivas suelen darse en casos de mudanzas, divorcios, muertes de algún familiar cercano; en donde es tan grande la carga emocional que los niños viven una "regresión" y se valen de agresiones físicas o violentas para expresar sus sentimientos y emociones.
Hay que estar muy atentos a los casos de niños que de manera constante pegan, gritan, y molestan a sus compañeros y docentes, sin poder comunicarse de otro modo, porque podría estar indicando un problema mayor en el ámbito familiar.