La creación del Ministerio de Seguridad Pública es el nuevo esfuerzo del gobierno para tratar de frenar la percepción de inseguridad que se percibe en algunos sectores del área metropolitana.
Ya se han dado aumentos de salarios a los miembros de la Fuerza Pública, se les ha dotado de instrumentos como las cámaras de videovigilancia y hace poco de un aparato portátil para verificar los antecedentes de las personas detenidas en los retenes.
El nuevo Ministerio tendrá un presupuesto de 321 millones de dólares. Parece ser una cifra suficiente para el tamaño territorial y la población del país. La idea es que el nuevo ministro no distraiga esfuerzos en otras materias y se dedique cien por ciento al tema de la seguridad.
Sin embargo, más que cambios de siglas o creación de nueva burocracia, el problema requiere más que todo de hombres comprometidos con sus labores y liderazgo, de lo contrario, será un nuevo fracaso en materia de seguridad.
La seguridad fue una flaqueza del anterior gobierno y no ha sido resuelto por la actual administración. Sin embargo, existe una realidad: el problema está en el seno de la sociedad y en particular en la familia panameña.
Mientras en los hogares panameños no exista una adecuada autoridad de sus padres sobre sus hijos, se podrán crear ministerios y millones de dólares, pero todo será inútil.