"Sí, me enamoré de ella y estuve a punto de dejarlo todo para irme a su lado", así confiesa Carlos su amor por una prostituta.
Pero no una de esas meretrices común y cualquiera. ¡No! El habla de una de esas chicas que deambulan por ahí y que tienen clientes pudientes, políticos y personas destacadas quienes las separan por citas y previo aviso de al menos 24 horas.
Esa es la historia de Carlos, a quien no pondremos su apellido para evitarle malos momentos, como esos que confiesa que vivió cuando estuvo perdido por esa atractiva chica de cabello y ojos castaños, que con sólo verla provocaba deseo en su cuerpo.
A sus 32 años de edad, él tenía casi todo lo que un hombre a esa edad aspira: trabajo, una familia (esposa y dos hijos), carro y un hogar en el cual el calor familiar es imperante.
El nunca imaginó que ir de compras a un centro comercial en la capital, le traería sorpresas, incluso una tan grande que por poco lo hace perder su valor más grande: su familia.
"Fue algo repentino. Desde que la mire a unos 5 metros de donde estaba me impactó. La seguí con la mirada, no resistí y la abordé. Intercambiamos algunas palabras, pero ella me dijo que estaba esperando a un familiar para hacer unos mandados, así que dejamos todo ahí", asegura Carlos.
Una semana después, Carlos volvió al mismo lugar a la misma hora y su deseo se cumplió. Ella estaba por ahí, según le dijo, esperando a otro familiar.
¡Cosa más rara, pensó él! Pero en esta ocasión, no perdió tiempo y le solicitó su número de teléfono. Sin muchas dudas, Estrella (nombre de la chica) se lo dio, pero le dio algunas recomendaciones para llamarla (horas y días específicos).
Carlos como todo cazador, afilaba sus armas para caerle a la presa. La llamó y quedaron de verse esa misma noche en un centro de diversión.
Desde que llegaron, él soltó la caballería y al verse correspondido por semejante hembra empezó la cosa.
"Soy soltera y estoy en busca de una relación estable para formar una familia", le dijo ella.
Ahí Carlos se olvidó de todo y empezó la cosa con la chica. "Tengo que saldar unas cuentas y como no estoy trabajando, no sé qué hacer", le decía en ocasiones.
Era tanto lo que sentía Carlos por ella, que le daba sin dudarlo la mayoría del salario que devengaba, mientras su familia sufría las consecuencias de su desenfreno amoroso.
Pasó casi un año con esta relación, y no fue hasta que un mensaje de correo en uno de los celulares de la chica le hizo conocer la verdad. Más o menos el chat decía "nos vemos a las 3: 00 de la tarde en Multi…. No te preocupes, te llevo lo que te prometí y algo más".
Al leer esto Carlos se ruborizó. ¡Su chica lo engañaba! Ahí decidió abrir los ojos y ver qué era lo que pasaba. Llamó a un amigo y fueron unos minutos antes de la hora planeada al lugar.
La vieron llegar, muy sensual y atractiva como siempre. Mientras esperaban se acercó un hombre a quién ella beso efusivamente, se tomaron de la mano, el tipo le dio algo en la mano y se fueron juntos.
Esa era la mejor prueba de que algo raro estaba pasando. La llamó, pero como era de esperarse no tomó la llamada. No aguantó más y se fue al apartamento de ella, donde la esperó hasta eso de la medianoche.
En el momento de verla, no pudo más y empezó a llorar. Le contó todo lo que había visto, y ella sin ruborizarse le confesó que desde hacia años se dedicaba a la prostitución y que él más que un cliente, era alguien al que ella le tenía un cariño especial.
A Carlos se le metió en mente sacarla de ese ambiente y tenerla solamente para él.
Ahí fue donde empezó su desgracia. Empezaron las peleas con su esposa, sus hijos no lo veían, se desesperaba por conseguir plata para dársela a la chica con tal de que estuviera con él.
HABLA UNA "PROSTI"
Nicole es una chica que a sus 22 años de edad, ya sabe lo que es vivir en el mundo de la prostitución.
Casi siete años de experiencia son parte de los atributos que tiene esta chica que se inició en el negocio a los 15 años de edad.
A diferencia de Estrella, Nicole dice que ella no busca "destrampar" un hogar, al contrario les sirve en muchas ocasiones como consejera a sus clientes.
"Hay otras que si quieren establecer un hogar y por ello envuelven a los hombres, pero en lo personal eso no me interesa", destaca Nicole.
Ella reconoce que existe un hombre que le mueve el piso, pero él no sabe al negocio que ella se dedica.
"Estoy segura que en cuanto lo sepa no me vuelve a saludar, por ello prefiero ocultarlo e irme apartando poco a poco de él", destaca Nicole.