Cada año las lluvias son más escasas, y por eso más alargada la época de sequía causando graves problemas a la economía de la península de Azuero, donde los habitantes en su mayoría son agricultores y ganaderos, actividades que depende de temporadas de lluvia normal.
Sin embargo, en esta región continúan con malas prácticas de derribar árboles y quemar la tierra, provocando daños irreparables en el ecosistema.
Es conocido que derribar árboles evita la lluvia, y la tierra queda desprotegida, erosionándose fácilmente, yendo a los fondos de quebradas, riachuelos y ríos, que después llegan a secarse por tanta sedimentación.
Muchos se preguntan, el por qué en estas provincias (Herrera y Los Santos) siguen con esa mala costumbre de derribar árboles (socolar) y luego quemarlos, sabiendo el daño que le hacen a esta región donde llueve muy poco, a parte de ser el Arco Seco de Azuero.
¿Por qué no se le aplican las leyes a los “arboricidas” azuerenses? O es que sólo basta que digan que lo hacen porque es en sus propiedades. ¿Acaso no perjudican a miles de ciudadanos?.
No solamente están acabando con las actividades agrícola y ganadera, si no también con la flora y la fauna de Azuero, en donde árboles y animales, se han perdido para siempre, en los últimos decenios.
¿De qué sirve que instituciones nacionales con ayuda internacional, traten de reintroducir árboles y animales nativos desaparecidos, si los que deben velar por la conservación de los recursos naturales dejan que irresponsables continúen introduciendo el hacha maldita en el corazón de árboles centenarios?