El 5 de Febrero de 1984 el pueblo de México se despertó con una terrible noticia que lo hizo estremecer, ya que la leyenda más grande del deporte mexicano dejaba de existir.
El enmascarado de plata le dio otro valor a la lucha-libre, pues gracias a él la lucha-libre traspaso frontera, y es que su fama fue inmensa, aunque no tan grande como su humildad.
Se convirtió en una de las máximas luminarias del cine mexicano, siempre fue un hombre noble y un amigo para todo aquel que se le acercara.
Sus Inicios
Vestido de plata con una máscara sobre la cara que ocultaba sus facciones, musculoso, fuerte y ágil, Rodolfo Guzmán Huerta, mejor conocido como El Santo “El Enmascarado de Plata” resultó ser una de las grandes personalidades del espectáculo.
Habrá quien diga que su trabajo en el Rin o en la pantalla grande era superado por otros personajes, pero la verdad es que nadie más logró convertirse en el máximo ídolo de México. En Europa se pensaba que era un personaje creado al estilo de Superman pero grande fue su sorpresa al descubrir que era una figura de carne y hueso que luchaba en México.
El 26 de Julio de 1942 hizo su debut como el Santo en un mano a mano ante “El Lobo Negro”, perdiendo por descalifica su más grande hazaña “quizas” la optuvo al desenmascarar a su archirival (black-shadow) Alejandro Cruz Ortiz.
El Plateado vive los años 70 en la más alta Gloria, pero ya no como el gran rival mano a mano que era. Su fuerza había mermado y tenía 60 años aproximadamente.
Aún así, en 1975 el Santo , mil mascaras y el solitario fueron declarados en el mejor trío del año.Al retirarse se dedicó a la producción de sus propias películas y trabajando como escapista al lado del mago Yeo en el teatro Blanquita.