Aquello de sancionar mediante ley a los candidatos a elección popular que no cumplan con sus promesas electorales me parece una postura más bien para hacer "bulla", aprovechando una situación de supuesto enojo contra el mandatario Ricardo Martinelli, cuando trataron de impulsar un anteproyecto de ley para sancionar a quienes en sus declaraciones ofendieran al primer magistrado del país.
Su propulsor, el doctor Mauro Zúñiga, me parece que debió incluir en ese supuesto anteproyecto la sanción correspondiente también a sus colegas médicos que no cumplen cabalmente sus funciones médicas con los pacientes y que se apoderan y utilizan costosos equipos en centro de salud para su propio beneficio.
El Dr. Zúñiga debió incluir en ese mamotreto de anteproyecto sanciones fuertes para sus colegas que incumplen horarios de trabajo; igualmente, sanción y separación del cargo de médicos que por negligencia permiten que pacientes mueran en el quirófano, o que por no ser tratados a tiempo fallecen.
En eso y más debería estar el susodicho médico que todavía actúa y piensa como si él fuera un héroe de las mil batallas, cuando en la dictadura solamente lo escondieron por un rato, iniciándose el peregrinar de llantos y lamentos que pasadas dos décadas aún trata de recordar con la intención de hacerse notar y decirle a la actual generación que como dirigente fue un "bravo de Boston".
El doctor Mauro Zúñiga debería ser más emprendedor y ponerse a la disposición de los médicos, instándolos a que sean responsables en sus funciones y que el "juramento de Hipócrates" no sea objeto de burlas de sus colegas que tienen la profesión como un negocio y no un apostolado. Le recordamos al doctor Zúñiga que al presidente Ricardo Martinelli no lo conocemos y él tiene quien lo defienda. Nuestra postura y defensa es de gratis porque creemos que es un mandatario que ha empezado a cumplir sus promesas, pero la envidia y la maldad de algunos carcamales tienden a confundir.