Los autobuses de Manila viajan a diario acompañados de policías armados con la misión de intimidar a delincuentes y prevenir que los vehículos del servicio metropolitano sean de nuevo blanco de acciones terroristas.
Jeffrey Savelala y su compañero Alex Tomenio descansan antes de subirse de nuevo en un autobús tras una agotadora jornada de idas y venidas.
"Es mejor que seamos dos por si pasa algo, si fuera yo solo no sería seguro", comenta.
Ni uno ni otro inspeccionan el interior o registran a quienes van a bordo, simplemente, viajan en el vehículo como un pasajero más, confiados en que la presencia de dos policías con sendas pistolas ahuyente a la gentes con malas intenciones.
Desde que la semana pasada la explosión de una bomba mató a cinco pasajeros de un autobús que transitaba por la principal arteria de Manila, 150 parejas de policías van a diario a bordo de algunos de los más de 7, 000 autobuses que circulan por las calles de esta urbe.