La liturgia de hoy nos previene de los falsos profetas y proporciona los criterios de discernimiento para distinguir a los verdaderos. Dios promete enviar a un profeta que es superior a todos los demás, él nos enseñará la verdad plena, esto se cumple en Cristo, el más grande de todos los que hablan en nombre de Dios, porque Él mismo es Dios.
PALABRAS Y OBRAS, QUE HABLAN CON AUTORIDAD
La enseñanza de Jesús no es como la de los maestros que se apoyan en la ley, Él la fundamenta en su autoridad, y es tal, que hasta los espíritus le obedecen, es más, los mismos incrédulos que lo están escuchando se admiran porque ven la claridad de los signos. Enseñar será una actividad que va a caracterizar la misión de Jesús, y siempre apoyada por las obras.
A través del Padre, ha dado a conocer su voluntad última, lo que Él anuncia es lo que su Padre le manda a decir y se cumple cabalmente, ha dado plenitud a la interpretación de la ley, tal como lo esperaba Israel. Todo el que lo escucha, por sus palabras encuentra la salvación, pero el que no lo oye, por su necedad, se aparta de la vida eterna. Las palabras de Jesús tienen el poder suficiente para desatarnos de todo aquello que nos impide la comunicación plena y eficaz con Dios.