domingo 1 de febrero de 2009

 

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RESACTE DEL OLVIDO:
La pintura popular (III Parte)

José Morales Vásquez. ([email protected]) | Investigador de Arte

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Mural de Bob Marley, sin firma. Avenida B y bajada del Ñopo. La bestia representa a Haile Selasie, el "León de Juda".

El barbero Santos Cuesta es un depositario de la cultura popular. En su modesto local, decorado por él mismo, la televisión y las revistas están al servicio del público.

El cierra tarde para que sus amigos y clientes puedan ver los últimos programas, su lugar de trabajo es un centro de modesta cultura.

El conocer el nombre de las plantas medicinales, conoce cuáles son dañinas al hombre. Sabe catalogar todas las serpientes venenosas de Panamá. Sabe capturarlas y conservarlas en frascos para que las gentes las conozcan. Habla de la historia de Colón su ciudad natal, y conoce la historia del Cristo de Porto Bello. En suma, una enciclopedia de la sabiduría del pueblo. Así son estos lugares: Testimonios de la historia, de los gustos y de las pasiones de los trabajadores humildes.

Aquí está plasmado lo que el pueblo conoce. Un libro abierto, la pinacoteca del pueblo.

El pintor popular tiene pocos o ningún cuadro típico en su casa. El sale temprano con una pequeña caja, donde guarda sus pinceles y sus colores, a trabajar en la calle.

Pocos tienen taller propio (Malanga, Yoyo, W. Both) algunos cuando en momentos perdidos realizan algún cuadro es para tenerlo como muestra.

La pintura popular tiene su lugar elegido donde su función se cumple. Donde el .espectador tiene toda libertad de comentarla y domina el sujeto. Cada obra es creada con una función bien definida, allí para mitigar el ritmo duro del trabajo. Aquí para distraer mientras los kilómetros se alargan. En el bar para dejar viajar la imaginación. El paisaje puede ir por todas partes, y sin embargo, éste tiene su papel específico cuando invita al descanso o combinado con el desnudo llama al placer o invita las parejas al amor. Estos son temas propios para la cantina. El desnudo es sujeto reservado a bares y night club.

Existe una nota común en la técnica empleada por pinturas populares de países bien distantes. En Panamá aunque esta se nutre de tradición y que la demanda exige una técnica y un tema los pintores disfruten de una gran libertad de ejecución. La pintura empleada es de lacas y barnices.

Estas deben ser resistentes, lavables y de brillantes colores, para interiores y exteriores. La técnica es de ejecución directa, a punta de pincel. Jamás se traza un dibujo previo, a lo sumo algunos tienen unos álbumes o imágenes de sitios turísticos o históricos, pero la mayoría trabaja improvisando. Los temas van apareciendo en el muro por sorpresa con toda una variedad de estilo. Este arte es propiamente de manifestación urbana donde la fatiga y los ruidos alientan y exigen una compensación.

En el restaurant hay hombres que trabajan y hombres de trabajo que vienen a comer con rapidez y la pintura está presente todo el día desde el amanecer hasta la caída del sol. Cuando las máquinas separan después de una larga jornada de trabajo. Se dan los últimos golpes de palancas pensando en buscar un refugio para el espíritu. Pensar en el regreso junto al ser querido o buscar un sitio propicio a los sueños. Se habla con facilidad de "bajos fondos". Piensan con horror de los gustos y placeres engendrados en esos lugares aquellos que frecuentan los casinos de lujos y las "boites" elegantes.

Aquí no hay sólo bajos sentimientos. Aquí se encuentran los cimientos de una cultura plástica popular. Aquí están los Picasso y los Gaugin (síc) del pobre. Aquí se levantan cada noche las cortinas de la ópera. Se presencian los temas clásicos y el indio ve erguirse con belleza su raza. Toda la frescura de la ingenuidad.

No faltan intelectuales que reconociendo el valor de la pintura popular y que preocupados porque se ponga en el rango de las manifestaciones culturales nacionales, conciben oportuno hacer exposiciones de este arte. Si esto ocurre se corre el riesgo de desvirtuar el sentido más profundo de este arte popular y caer en la manipulación de sus valores.

Sufrimos la deformación propia de la clase que ha detentado el poder y que con espíritu egoísta y mercantil convirtió la obra de arte en objeto para defender sus intereses personales, en objeto individual y en moneda de cambio.

ARTE
Las familias humildes ni las adineradas invierten dinero en cuadros populares. No es la costumbre. En los interiores se estila el "paisaje europeo", la copia, los cromos, el objeto de importación.

 

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