La daban por muerta, pero está viva. Nuestra Selección Nacional de Fútbol, despreciada y menospreciada por un sector de la prensa catracha, se encargó de bajar de las nubes a una Honduras que, sin haberse jugado el partido, se sentía ganadora e, incluso, campeona.
Quizás lo chicos de Gary Stempel no hicieron gala de un gran juego de toques colectivo, pero supieron mantener el orden y la calma, ante un rival que, alentado por más de 30 mil voces, se nos vino encima con toda premeditación y alevosía.
Con Carlos Rivera y Adolfo Machado el equipo ha cobrado más solidez en defensa. Estos dos zagueros, que no jugaron el primer partido, le inyectarán hoy la velocidad que hizo falta en el duelo de la fase de grupo ante los ticos, a quienes no hay que darles mucha ventaja, porque está comprobado que te liquidan.
La hora de ganar un título ha llegado. Es ahora o nunca. Hay quienes dirán que este no es un torneo de gran nivel, pero ganar títulos, por pequeños que sean, siempre abre puertas de esperanzas y reaniman.
El haber llegado hasta la final de esta Copa de Naciones, con un equipo conformado básicamente por jugadores de la ANAPROF, es de por sí un logro, pero no me conformo, porque un título es lo que necesitamos para que los amantes del fútbol recobren la fe y las esperanzas perdidas tras el fiasco que resultó el haber sido eliminados de la fase previa del Mundial Sudáfrica 2010.
Hoy hay que saltar con humildad a la cancha; a proponer fútbol, a jugar. Como siempre, Costa Rica nos complicará, pero en esta Selección hay talento suficiente para alcanzar la victoria, aquella dulce señora que siempre nos ha sido esquiva y acostumbra a saludarnos desde lejos.