Redondo, pera, cereza o 'sherry', en rama y de Montserrat, entre otros, pero, a grandes rasgos, todas estas variedades comparten las mismas propiedades nutritivas: son una fuente de potasio, fósforo y magnesio. Además, son necesarios para la actividad normal de nervios y músculos, también nos aportan importantes cantidades de vitaminas B1, B2, B5, E y, sobre todo, C y A en concreto, beta caroteno o pro-vitamina A. El tomate apenas contiene grasas. Esta característica, unida a su poder diurético, lo convierte en un aliado de excepción en las dietas de adelgazamiento y de control de peso.
Es, además, un alimento muy rico en licopeno, un pigmento vegetal de la familia de los carotinoides que otorga al tomate su característico color rojo. El licopeno posee propiedades antioxidantes y numerosos estudios han demostrado que su consumo habitual contribuye a reducir algunos tipos de cáncer como el de próstata, pulmón y tracto digestivo y el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares. También se han contrastado sus efectos positivos en la prevención de la arteriosclerosis y del síndrome de degeneración macular, principal causa de ceguera en las personas mayores de 65 años.
Rico en Vitaminas C y A, Vitaminas grupos B, PP y K.