Una ley que ten�a 200 a�os de antig�edad
Hermano Pablo
California
Janet Vandor, joven y atractiva mujer, se retir� del tribunal entre consternada y furiosa. Se hallaba en Auburn, Massachussetts, Estados Unidos, y solicitaba licencia para casarse por segunda vez, despu�s de su divorcio. Pero quer�a casarse con su ex suegro, padre de su ex esposo y abuelo de su hija. Y el tribunal exhum� una ley que ten�a 200 a�os de antig�edad, ley que databa de 1784 y que prohib�a el casamiento con el suegro o la suegra. No hay caso -dictamin� el juez-; nuestra ley tiene 200 a�os de existencia, y no la queremos cambiar. Bien podemos encontrarle raz�n el juez de Auburn. Una ley tan antigua como dos siglos deber�a ser respetada, no tanto por vieja como por sabia. Y aquella ley prohib�a los casamientos entre parientes consangu�neos o muy cercanos, como el caso de Janet Vandor y su ex suegro. Pero la ley de Auburn no ten�a 200 a�os de existencia. Ten�a por lo menos 3.500, porque es una de las leyes morales y sociales que Dios le dict� a Mois�s en el monte Sina�. Y reza as�, para que tomemos conocimiento: �No tendr�s relaciones sexuales con tu nuera. No las tendr�s, porque ser�a como tenerlas con tu hijo� (Lev�tico 18:15). Y m�s adelante, para que no quede ninguna duda respecto a cu�l sea la voluntad de Dios y cu�l el sentido moral de la vida, agrega: �Si alguien se acuesta con su nuera, hombre y mujer ser�n condenados a muerte. Han cometido un acto depravado, y ellos mismos ser�n responsables de su propia muerte� (Lev�tico 20:12). El profeta Am�s, al se�alar en su libro la corrupci�n moral en que hab�a ca�do Israel, se�ala entre otras cosas: �Padre e hijo se acuestan con la misma mujer, profanando as� mi santo nombre� (Am�s 2:7). Aunque estas leyes de Dios parezcan crueles o muy severas, todas ellas llevan el sello divino y est�n encaminadas al perfeccionamiento de la familia y de la sociedad. No son leyes caprichosas o arbitrarias: proceden de la esencia de Dios y van dirigidas a la esencia del hombre. Nada ganamos con contravenir a las leyes divinas. Al contrario, si las violamos, pagamos las consecuencias. Nuestra sociedad actual tiende a despreciar lo divino. Por eso se encuentra en r�pida descomposici�n. Sea Cristo, Dios hecho hombre, nuestro Se�or y Salvador, y sea nuestro �nico Maestro de la vida y de la moral.
|