El rostro de Marquesa Bersal no escondía ayer la tristeza que la embargaba por la pérdida de su hijo Omar Richard Ibarra, de 17 años, el cuarto interno que murió de las quemaduras sufridas tras el incendio que se registró el pasado 9 de enero en el Centro de Cumplimiento de Menores de Tocumen.
Con el corazón partido en mil pedazos entre sus manos, Marquesa tomó fuerzas en medio de la eucaristía de su hijo, para enviarle un mensaje al presidente de Panamá, Ricardo Martinelli.
"Sólo le solicito al presidente que nos pida disculpas. Le pido justicia por la muerte de mi hijo y de los demás menores, porque los que murieron en la cárcel no fueron unos perros, sino seres humanos", expresó Marquesa en medio del sufrimiento.
Marquesa no pudo pasar por alto hablar de los sueños que una vez tuvo su hijo.
"El sueño de Omar era ser soldador y aprender computadora para así comprarme una casa. Lastimosamente, ese sueño ya no me lo podrá cumplir", dijo.
EL ULTIMO ADIOS
A la eucaristía llegaron gran cantidad de familiares y de amistades del adolescente, identificados con un suéter blanco donde lucían el rostro de Omar y un mensaje que decía: "Ya no lloren por mí, estoy en un lugar lleno de luz".
En la celebración de la consagración, el cura expresó que la muerte de los internos en el Centro de Cumplimiento de Menores de Tocumen debe ser tomada como una denuncia que los adolescentes han firmado con su sangre. Además, aclaró que las autoridades deben tener claro que los centros penales no deben ser lugares de castigo, sino centros de resocialización.
Luego de culminar la misa, el ataúd del joven fue trasladado al cementerio de Vista Alegre de Arraiján, donde le darían sagrada sepultura.