Las tres cuartas partes del planeta Tierra la forma el elemento agua, cuya fórmula es H2O. Y es preciso decir que este cuerpo natural es el componente de mayor prominencia en la constitución biológica del cuerpo humano.
La encontramos en el ambiente en tres estados: sólido, líquido y gaseoso, integrando los considerables almacenamientos naturales: ríos, mares, océanos, lagos y lagunas.
De estas reservas acuosas he de referirme con preferencia a los ríos. Este es un tema serio de extensa responsabilidad gubernamental en el que se deben eximir las excusas chicas o grandes, amalgamadas de éxitos estériles. El proceso de purificar el agua necesita el empleo de maquinarias, ellas deben gozar de la existencia de los consabidos repuestos en "stock". No esperar que se rompa una polea o se atore una balinera para salir corriendo a hacer un pedido al exterior.
Por obligación, el agua la debemos recibir apta para ser bebida como elemento prohijador de salud, cumpliendo las cualidades de: incolora, inodora e insípida; entregarla en estas condiciones es un deber incuestionable de las autoridades de Salud.
No podemos volcar por las tuberías todo aquello que se puede traducir en una pandemia general, muy dura de contrarrestar. Por ello debemos protegerlo en sus cursos superiores e inferiores por vegetación de galeras, cuya función es la de cubrir las riberas de la erosión y simultáneamente procurar claridad y frescura al valioso elemento. En el curso alto o bajo no puede permitirse el emplazamiento de viviendas, tenemos que recordar que el hombre es un peligro en acecho, contaminador permanente del ambiente, y entiendo que la ANAM tiene supervisores en estas áreas geográficas de envidiables proporciones. Lo que ocurre es un fenómeno cuestionable por sus raíces inigualables.