Una ola recorre Latinoamérica, con matices diversos. La izquierda está ganando gobiernos en Suramérica y se convierte en una amenaza para la derecha gobernante en Centroamérica y el Caribe.
El populismo de Hugo Chávez con sus propias particularidades se ha convertido en un punto de referencia para esta historia de cambios electorales que se han producido en Bolivia, Brasil, Argentina, Chile, Bolivia y Ecuador.
El triunfo reciente del economista Rafael Correa confirmó que los pueblos se están cansando de los proyectos neoliberales que profundizan la pobreza, protegen la impunidad y alientan la corrupción entre la clase política.
Es el peor momento para la partidocracia tradicional, afectada por la llegada de gobiernos irreverentes, críticos de la globalización y a las políticas de Estados Unidos en la esfera internacional.
El triunfo del Frente Sandinista (FSLN) y su Presidente Daniel Ortega en Nicaragua adicionaron a este ajedrez un ingrediente adicional de este giro a la izquierda latinoamericano.
¿Comunismo disfrazado? ¿Resurgimiento del marxismo?.
Nada de eso. Vivimos épocas donde los países latinoamericanos necesitan políticas sociales mucho más profundas y planes de lucha contra la pobreza realmente efectivos y los discursos de una izquierda menos marxista, pero más social e inclusive electorera están calando en los electores.
Excepto Venezuela, donde hay un enfrentamiento social e ideológico intenso, entre Chavistas y antiChavistas y en Bolivia donde las diferencias económicas y políticas se evidencian con las más recientes protestas contra Evo Morales, el resto de la izquierda en el poder ha evitado cambiar el "status quo" para mantenerse en el poder.
Eso sí, es una izquierda que ha estado profundizando los planes de asistencia pública a favor de los pobres, en su mayoría indígenas, campesinos o residentes de zonas urbanas donde las distancias entre ricos y pobres son abismales.
Ortega en Centroamérica y Correa en Ecuador confirman que un modelo de gobierno y partidos clásico se agotó y los pueblos, con sus propios razonamientos están apostando por otras opciones.
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