Hace cincuenta años la gente era más sincera en Panamá. Decía lo que pensaba sin temor a disgustos. El pan era pan y el vino, vino. Ahora los estudiosos han inventado palabras para disimular hechos negativos. Se tiene miedo a "causarles traumas a las personas", se respeta su derecho " a ser distinto", etc.
Pienso que no se quieren buscar problemas diciendo lo que se ve "a leguas".
Por ejemplo una persona cuando vestía mal, era sencillamente un "mangajo". Y se lo decían en su misma cara. Ahora lo disimulan señalando que viste "casual".
Una dama que había tenido varios compañeros en poco tiempo era una p... Ahora se dice que es una persona "muy sociable".
Hace meses estuvo de moda en Panamá y el mundo la palabrita "metro-sexual". Se refiere al hombre que se arregla y se cuida como si fuera una dama.
Los panameños de antes lo llamarían "ñaño" sin ningún desparpajo...
En estos tiempos a la persona que le cuesta aprender bien las cosas, se les llama "de lento aprendizaje". Antes les dirían que son... ¡brutos!
Una familia que se había divorciado ahora se le dice que es "disfuncional". En el Panamá de los cincuenta sería "divorciados".
Aquellos hombres que gustaban tener muchas mujeres se les conocía como "mujeriegos" o bandidos. Ahora son "inquietos".
En esta época moderna quien sufre de trastornos mentales tiene muchos nombres para ocultar esa realidad. Antes sería sencillamente alguien que "está loco, o ñame".
Los jóvenes que ahora se les conoce como incomprendidos, antes se les llamaba "rebeldes sin causa". Y no caían bien.
Aquel panameño que tomaba mucho licor ahora se le dice que es un bohemio, o muy "alegre". Antes simplemente era un borracho perdido.
Y el que pasa de los veintiún años y no trabaja, en estos momentos se le justifica diciendo que es un desempleado por culpa del sistema económico.
En el ayer de Panamá se les llamaría "vago", flojo, bueno para nada.
En estos tiempos se les llama diputados. Antes serían bellacos, etc.
No puedo asegurar que los panameños de antes eran más sinceros, porque no le tenían miedo a los disgustos. Lo cierto es que se les entendía mejor, porque no "andaban por las ramas".