La posibilidad de nuevos deslizamientos de tierras por las lluvias que se han cobrado al menos 640 vidas en el estado brasileño de Río de Janeiro obligó ayer a las autoridades a pedir que otras familias abandonen sus casas en áreas de riesgo, tras seis días de la tragedia.
La gran mayoría de las víctimas murió, tras los aguaceros de la madrugada del miércoles pasado como consecuencia de los deslizamientos que sepultaron cientos de viviendas construidas en las faldas de las montañas de la llamada región serrana de Río de Janeiro.
Pero un deslizamiento el domingo en Brejal, una vereda de la ciudad de Petrópolis, causó tres nuevas muertes y encendió una señal de alerta sobre la situación de áreas que no fueron sepultadas, pero que pueden serlo en cualquier momento.