Un día de Reyes con inocencia sabor a congo

Jovanka Guardia
Crítica en Línea
Nada más significativo y de tanto valor que la sonrisa de un niño, sobre todo de uno humilde, que en la inocencia de su edad, es complacido al recibir un juguete, por pequeño que sea. Los empleados de Editora Panamá América fuimos testigos de la realidad de esta premisa, cuando el pasado domingo 7 de enero unos 130 niños se dieron cita en el corregimiento de Cacique, provincia de Colón para esperar ansiosos un obsequio y hacer gala de sus dotes en la danza de congo y la declamación. Por tercera vez se puso en marcha la iniciativa de llevar un instante de alegría a los niños de comunidades apartadas, quienes por su precaria condición de vida, apenas disponen de lo esencial para satisfacer sus necesidades básicas, por lo que los juguetes o la ropa nueva no son más que una vana ilusión capaz de ser satisfecha sólo por la generosidad de otros. LOS PREPARATIVOS Lo primero es la elección, que no resulta fácil si tomamos en cuenta los altos índices de pobreza a nivel nacional. En esta ocasión correspondería a Colón, para lo que el representante de Cacique, Ramón Herrera, recopiló un listado con los nombres y las edades de unos 130 niños de tres comunidades que componen el corregimiento, se trata de Macana, José del Mar y Cacique cabecera. El espíritu de cooperación se apoderó de la Editora y por varios días los pequeños de Colón se convirtieron en la noticia. Era imprescindible conocer los apellidos, las edades y otros detalles que permitieran identificarlos al llegar allá, sobre todo para que esa característica sonrisa se dibujara en sus rostros. Partimos pasada las 7:00 a.m. y el astro rey desplegó su mejor cara para que los hermosos parajes de las playas colonenses encantaran a los viajeros. A unos 40 minutos de Portobelo encontramos la región de Cacique, donde los infantes, la mayoría acompañados por sus mamás, aguardaban la llegada en la casa comunal, situada a orillas de la playa. UN LUCIDO PROGRAMA Estos pequeños llevan sus raíces a flor de piel y el contagioso ritmo congo no se hizo esperar. Así dio inicio el baile y niños desde los tres años demostraron el donaire del colonense de la costa. Los tambores retumbaban, para recordarle al que osaba olvidarlo, que estábamos en la otrora "tacita de oro", esa región que por años fue el centro de un agitado movimiento comercial que colocó a Panamá en un importante sitial a nivel mundial. Hoy la situación, aunque en menor escala, no es muy diferente, Colón ha vuelto a situarse muy ventajosamente en el panorama alentador de un notable auge económico, con la aparición del puerto de cruceros por el que ya empezaron a desfilar cientos de turistas en busca de esa "salsa afro" que identifica a la provincia. En este contexto los empleados de EPASA aprovecharon para poner a prueba su destreza y junto a ellos, las letras del congo impregnaron el ambiente de alegría y disfrute. La poesía tampoco faltó y junto con lo ya descrito, presenciamos un ameno programa preparado por los agasajados. Unos minutos después, el momento esperado por todos. Inició así la entrega de obsequios que consistieron en juguetes y ropa. A quienes siguieron de cerca los preparativos, una incertidumbre por saber si habría para todos, rondaba desde el inicio de la entrega, sobre todo porque el número de los presentes superó con creces lo planificado. Sin embargo, satisfactoriamente se logró cubrir las expectativas y al final cada niño disfrutó de algún presente, muchos de ellos estrenados de inmediato. En las caritas de los niños se reflejaba una emoción cautivadora, quizás porque momentos como este, llegan a ser tan ocasionales que generan una indescriptible alegría. Mientras que en las madres irradiaba una mirada esperanzadora ante la llamada de cada nombre, deseando que se tratara del de sus vástagos. En dos ocasiones los beneficios se enfocaron hacia Los Santos, donde al igual que esta vez, la iniciativa generó expectativas y sobre todo fuimos bien recibidos por el calor de los lugareños que agradecían gustosos el gesto de EPASA. Y PARA EL FINAL... Concluida la repartición, el representante ofreció un almuerzo con el típico sabor costero. Arroz con coco y porotos, pescado en escabeche y ceviche de pulpo fueron del deleite de losvisitantes. Mientras tanto el sol seguía haciendo de las suyas y el momento fue aprovechado por algunos para darse un chapuzón, a lo que otro grupo de congos más adulto reiteraba las tonadas que fueron compartidas nuevamente por algunos empleados, quienes movieron sus cuerpos al ritmo de la música. Resultaba imposible no unirse al baile y es que al hablar de Colón saltan a la mente, exóticos paisajes, deliciosas comidas y por supuesto, la danza congo. Otros apreciaron el espectáculo veraniego de playa, brisa y mar, como las notas de la pieza típica de Osvaldo Ayala. Como todo lo bueno, este viaje también llegó a su fin y era hora de regresar... Sin embargo lo hacíamos satisfechos por ser testigos de la felicidad que irradiaba de los rostros de estos pequeñitos y de sus madres. Y así una vez más niños de comunidades humildes del país recibieron para Reyes Magos un obsequio e instantes de alegría que motivaron esa sonrisa que no tiene precio.
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