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Conozcan y amen a sus hijos (Segunda Parte)

Rómulo Emiliani | Monseñor

Los padres que aman a sus hijos creen en ellos. Los papas que no crean en las infinitas posibilidades de bien que se encierran en el corazón de sus hijos no los aman. Esos padres no pueden amar, porque no tienen suficiente fe y valor para amarlos. Cuando los hijos no se sienten amados, se sienten desgraciados y entonces vuelven su mirada hacia la calle.

Por otra parte, el niño necesita autoridad tanto como amor. La firmeza de sus papas es tan indispensable para su sentimiento de seguridad como el amor. El niño quiere y necesita la autoridad. Ésta le asegura y le estimula. Si es tan grande el número de muchachos nerviosos se debe a que no han gozado del sostén de una autoridad auténtica, que les exija responsabilidad.

Los niños necesitan una autoridad que sea justa, que alabe y estimule, pero que también corrija a tiempo. Los niños y los muchachos necesitan saber que existe alguien, papá y mamá, cuya palabra es palabra que se da y se cumple. Los padres deben ser justos y buenos, pero también exigentes. Es importante que cumplan siempre lo que dicen. La autoridad de los padres no debe ser, por cierto, negada por el otro cónyuge, sino que se debe compartir entre los dos.

En los países más desarrollados se ha descubierto el tremendo fracaso de los planes de crianza científica en centros especializados donde envían a los niños desde muy pequeñitos para recibir una educación, digamos, muy especial y sofisticada. Muchos de ellos crecen con una profunda frustración interna. Resulta que la falta de afecto provoca dramas tremendos en su ser.

En esos países, se ha vuelto a insistir mucho en la profunda necesidad del niño de tener a su madre y a su padre al lado y poder experimentar el calor humano, maternal y paternal, el roce físico, el abrazo, las palabras tiernas y el amor profundo.

Los papas que aprenden, entonces, a amar a esos niños con profundidad, pero con madurez saben mezclar bien amor y firmeza, amor y disciplina, amor y exigencia. Le enseñan a sus hijos a ser ellos mismos, les dan confianza en sí mismos y, aunque los protejan y los cuiden, también los dejan solos para que aprendan a resolver sus propios problemas. Esos papas formarán bien a sus hijos y esas criaturas podrán defenderse mejor en la vida y ser miembros responsables de la sociedad. Y recuerde que con Dios, somos ¡INVENCIBLES!



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