Mucho se ha especulado sobre las verdaderas razones por la cual el ingeniero Alberto Vallarino dejó la campaña electoral y se negó a seguir hacia los comicios del 2004. Empero, en esas pequeñas deliberaciones y pláticas entre amigos y allegados, se me sugirió considerar un punto sensitivo que muy bien pudieron afectar la meteórica figura presidenciable del banquero de la Calle 50. Ese punto son las encuestas.
La no tan buena campaña indirecta de ciertos medios de comunicación, en especial uno que se empecinaba en publicar "una encuesta a la semana", hizo ver un panorama ciertamente preciso de cómo la población panameña iba viendo el ambiente político, social y económico de nuestra nación. Diciendo ya nombres, la encuestadora privada Dichter & Neira hizo análisis profundos y reales sobre los potenciales precandidatos presidenciales dentro y fuera del Gobierno de turno. Por supuesto, hubo uno que salía siempre bien parado, fuera de los dos grupos partidistas tradicionales: Alberto Vallarino.
A diferencia de la encuesta de CID-Gallup, realizada por TVN y la Editora Panamá América, S.A. (EPASA), que efectúa estudios generales sobre la situación del país entre tres a seis meses, los sondeos de Dichter & Neira se hacían en base a una solicitud meramente mercantilista, quizás hasta muy inocente de los directivos del diario al cual ellos recurren para publicar sus análisis.
Por desgracia, la clase política panameña, a manera similar de los viejos partiduchos venezolanos que dañaron hasta sus cimientos al vecino país sudamericano e hicieron posible la subida al poder del militar Hugo Chávez, vieron que el ascenso del banquero "era peligroso y merecía ser detenido a toda costa". Cual temerosa ley evolutiva, de que es necesario destruir a la competencia entre las especies, los dinosaurios de la Política Criolla istmeña (el PRD y el arnulfismo) se decidieron en entorpecer la fama de Alberto Vallarino y finalmente comérselo vivo.
Varios analistas de la política panameña, entre los que destacamos a José Blandón Figueroa y Julio Berríos, ya han advertido que la renuncia de Alberto Vallarino alteró todo el ambiente proselitista en el país. Por un lado indican estos expertos que la caída del banquero facilita que los pequeños precandidatos presidenciales tengan oportunidad para acceder al poder.
Mientras tanto, el fenómeno más interesante sería que surja en estos 16 meses hacia las elecciones de 2004, una candidatura presidencial de los frentes socialistas y populistas, a manera de Lula da Silva, Hugo Chávez o Lucio Gutiérrez. Muchos ya ven al doctor Juan Jované en ese sitial honorífico, pero también puede ser que la izquierda renovada intente postular a un líder obrero, quizás a un dirigente estudiantil universitario, o tal vez a un ciudadano todavía desconocido que nazca de la bruma del desconcierto.
Esto sí es claro. Las encuestas son en realidad un arma de doble filo para los políticos. Pero lo gracioso del asunto es que los sondeos, sean estos parcializados o reales, nunca revelarán fiablemente la situación de la opinión pública panameña. Es más, sería mejor para un líder político jamás salir en dichos sondeos, pues lo dejaría vulnerable ante la clase partidista que maneja a sus anchas a este pequeño país. |