El problema radica en que los panameños vemos como una situación lejana -que no tiene que ver con mi vida- el asunto del SIDA. "Eso le pasa a los homosexuales y drogadictos, y la gente en Estados Unidos y Europa", dicen.
Pocos entienden que no, que el virus del SIDA está dando vueltas por Panamá, en los cuerpos de gente con una conducta sexual sin reglas. No entendemos que al tener sexo sin condón con una persona, quien tal vez se ha acostado con otros cuatro ese año, y estos con otros cuatro, y aquellos con otros cuatro, y los de más allá con otros cuatro (¡La lista puede ser interminable!); significa que en un mismo momento me estoy acostando con una cadena de cientos de personas.
Puede ser -y aquí radica el descuido de todos nosotros- que uno de los eslabones de esa cadena tenga el SIDA. Ese sólo elemento mata al resto. Debemos aceptar este asunto con la gravedad que amerita para evitarnos sorpresas negativas. Cuando lo veamos de esta manera, estaremos construyendo un país sano. |