"No solo le quitaron la vida a José Remigio, sino a todos nosotros, a nuestros seis pequeños hijos y a mí", era el lamento de María Teresa de Rodríguez, esposa del guardia de seguridad de la estación Delta de la Comunidad de los Pinos, quien fuera asesinado el pasado 29 de diciembre de siete tiros para robarle la escopeta.
José Remigio, de 39 años, formaba parte de una familia numerosa de 12 hermanos, campesinos humildes que diariamente luchan muy duro para llevar el sustento al hogar. Durante las honras fúnebres, su hermano José Rodríguez pidió al gobierno una ayuda para su cuñada María Teresa, quien ahora tendrá que luchar sola para mantener a los niños.
"Mi hermano era un hombre trabajador que sólo vivía para mantener a sus hijos y esposa, no se metía con nadie, por eso no entendemos por qué lo mataron si ya lo habían herido" comentó.
El pasado fin de semana el ataúd de Remigio fue llevado a su pequeña casa 57 de la comunidad de Los Pinos, en el corregimiento de Nueva Providencia, vivienda que apenas empezaba a construir, y la que no tiene muebles, sólo dos tres pequeñas camas que usan para dormir y sentarse.
Esta familia humilde no cuenta con los recursos económicos para darle cristiana sepultura, sólo con la ayuda de algunos vecinos habían comprado dos tablones de madera que cortarían en forma de ataúd, manifestó una morador, José Pineda.
No obstante y pese a las dificultades, la familia recibió también el apoyo del equipo de Acción 100%...Noticias de Caribe Stereo, y del profesor Dorindo Cortez, director del Centro Regional Universitario de Colón, quienes unieron esfuerzos para pagar todos los gastos del funeral.
Aunque la ayuda es considerada como mínimo por los colaboradores, hay un problema mayor ¿cómo se sostendrá a los pequeños, Magdalena, Rodrigo, Yaribel, Rosmery, Josesito, y Keila, niños que no pasan de los 12 años?
Los planes que se han sugerido es que los vecinos y quienes deseen aportar donen de su salario ya sea 25 a 50 centavos por familia para que puedan hacer la compra de los alimentos.
María Teresa entre llantos pidió piedad "señora Presidenta, soy una madre que sufre, me han matado junto a mis seis hijos, y necesito mantenerlos, podría usted ayudarme, aunque no deseo rogar, son mis hijos que necesitan".
Ya los vecinos no verán al campesino luchador que se levantaba desde las 5 de la mañana para buscar un "camaroncito" para llevar el pan a sus hijos. Un día antes de su muerte, Remigio estaba feliz , al comentarle a sus vecinos que podría celebrar el año nuevo con su familia, ya que con lo que le iban a pagar B/. 20 compraría los alimentos para la cena. |