Los panameños no están respetando las medidas de tránsito ni las prevenciones mínimas de seguridad. Ese tipo de conducta trajo consigo que en la víspera del Año Nuevo y en los primeros dos días del año 2006, se registraran catorce víctimas por accidentes vehiculares, atropellos, homicidios, suicidios y por inmersión.
El mayor número de víctimas fue originado por el exceso de velocidad de los automovilistas y la imprudencia de los peatones. Se conduce bajos los efectos de bebidas embriagantes o se cruzan las calles a lo loco, lo que se traduce en llevar luto a hogares panameños.
De igual modo, con la entrada del verano muchas familias se trasladan a ríos y playas, pero se alejan de las orillas o nadan en las profundidades, lo que incrementa el peligro de morir ahogados.
Se hace necesario que las autoridades del SINAPROC y de la Cruz Roja asignen salvavidas en los principales balnearios, para reducir así las posibilidades de que se registren víctimas por inmersión.
De igual modo, la violencia es otro renglón que cobró vidas en los primeros días del nuevo año. La riña por cosas que se pueden resolver con una conversación de altura, revela que los panameños están perdiendo la tolerancia. Aparte de eso, los decesos por actos delictivos son cosas de todos los días.
Otro renglón que cobró vidas de compatriotas fueron los suicidios. La salud mental de los panameños está deteriorada. La gente piensa que le ahogan los problemas económicas, sentimentales y de salud. Se recurre a la salida fácil de quitarse la vida, cuando siempre existe la esperanza de que las cosas mejoren.