En Panamá hay personas tan desprovistas se sensibilidad patriótica y orgullo nacionalista, que a la hora de hacer ganancias son capaces de borrar el pasado histórico de la Nación, con tal de ganarse unos cuantos dólares negociando los valores y la conciencia nacional que con tanto celo y amor propio nos legaron nuestros antepasados.
Eso es lo que pretenden hacer unos empresarios interesados en la construcción de un teleférico, especie de jaula de cristal que se mueve sobre cables, partiendo de la cima del Cerro Ancón.
¿Antes de emprender una idea tan descabellada, habrán pensado estos mercaderes en los Mártires del 9 de Enero y en las generaciones de panameños que -henchidos de amor patriótico, sin afanes de lucro personal- ofrendaron su sangre y su vida en la lucha por la recuperación de la soberanía sobre la franja canalera, incluido ese promontorio cubierto de rica vegetación, desde el cual se divisa todavía a cualquier hora del día y la noche la belleza y majestuosidad del mar pacífico y el Canal Interoceánico?
Animales, plantas y la belleza paisajística de esa porción de la ciudad se verían alterados por la presencia de una construcción de tal envergadura que conlleva la introducción de maquinaria durante la fase inicial y la concentración de turistas después para abordar dicho "puente móvil" de observación".
Los estudios geológicos han demostrado además la fragilidad de la formación rocosa de ese accidente geográfico cuyas laderas presentan taludes pronunciados.
Roguemos que esa idea no llegue a su cristalización, ya que entonces, a nuestra generación del futuro sólo le quedaría evocar con nostalgia como lo hizo la insigne Amelia Denis de Icaza, en una estrofa de su poema al Cerro Ancón: ¿Qué has hecho de tu espléndida belleza, de tu hermosura agreste que admiré, del manto que con recia gentileza, en tus faldas de libre contemplé?