Dicen que los que más toman son los barrigones. Esto no es del todo cierto, pues también existen flacuchentos que le meten mano a sus pintas sin importar el daño que ésta les puede ocasionar.
A muchos adultos les gusta acompañar los alimentos con una bebida mientras departen con amigos o familiares. Pero pocos desean sentir los desagradables efectos del abuso o la embriaguez. Una manera de evitar que ello ocurra es darle oportunidad al organismo de eliminar el alcohol que se ha ingerido.
Una cerveza, una copa de vino o una onza de licor es lo que normalmente puede eliminar el organismo en una hora* sin acumular alcohol en la sangre, que es lo que produce la embriaguez. Por eso es recomendable, si se va a tomar alguna bebida con alcohol, hacerlo despacio, y preferiblemente en compañía de alimentos. En esto, como en tantas cosas de la vida, la moderación es la clave.
El exceso en el consumo de cualquier producto tiene efectos indeseables. El abuso de las bebidas alcohólicas, en particular, afecta el juicio y la capacidad de coordinación, altera las percepciones y reduce la capacidad de atención, todo lo cual puede conducir a accidentes y otras situaciones peligrosas o desagradables. Además, el abuso perjudica la imagen social de la persona, y si el exceso se repite por mucho tiempo puede provocar enfermedades diversas, incluido el alcoholismo.
Algunas personas no deben ingerir alcohol en ninguna circunstancia: los menores de edad, las mujeres embarazadas y quienes padecen la enfermedad del alcoholismo. El resto de los adultos, si deciden consumir bebidas alcohólicas, deben hacerlo con responsabilidad, respetando sus límites de tolerancia, y no deben manejar vehículos o maquinaria bajo sus efectos. Recuerde que, si usted es un adulto, tiene que velar por su salud, su buen juicio y su imagen.