El 3 de enero de 1990 -hace 19 años exactos- quien fuera considerado como "El Hombre Fuerte de Panamá", el General Manuel Antonio Noriega, se entregó a las autoridades de la DEA estadounidenses, luego de varios días refugiado en la Nunciatura Apostólica. Noriega se escondía en la sede diplomática de El Vaticano en Panamá tras la Invasión Norteamericana a Panamá el 20 de diciembre de 1989, pero luego de un asedio incesante día y noche de las tropas estadounidenses y de miles de manifestantes panameños, el Nuncio Apostólico Monsejor José Sebastián Laboa lo convenció de entregarse.