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Fue una boda rara. La novia no vistió de blanco, el novio no vistió de azul, aunque hubo, como siempre, marcha nupcial, arroz, flores y brindis. Hubo padrinos, cortejo de damas y bendición por un ministro religioso.
Lo raro fue el padrino de boda del novio. No fue un amigo, ni un hermano, ni un ser humano. Fue una enorme serpiente pitón que envolvió a los novios en un frío y sinuoso abrazo. Así quisieron casarse Nicolás Ordinans, de veinte años, y Geraldine Waterman, de veintidós, ambos guardianes en el zoológico de Dudley, Inglaterra.
Es evidente que los jóvenes modernos no quieren casarse ya conforme a las antiguas reglas. Quieren hacer las cosas a su manera, desdeñando tradiciones y costumbres. Quieren expresar su desprecio a las reglas que tanto amaron sus padres.
Esa joven pareja escogió como "mejor amigo" una pitón de cinco metros de largo. Como ambos trabajan en un zoológico, y todos los animales son amigos de ellos, nada tiene de raro, así piensan, que una serpiente sea su mejor amigo.
No son Nicolás y Geraldine los únicos que hacen que una serpiente participe en su matrimonio. La serpiente es el símbolo de la perfidia, del engaño, de la mentira y de la traición, y hay que reconocer que son muchas las parejas que hace años tienen envuelta una serpiente alrededor de su vida.
¿Cuál es la plaga más común en los matrimonios? La discordia, que lleva a las peleas. El distanciamiento, que lleva a buscar en otro lado la felicidad que no se encuentra en el hogar. Ahí está la serpiente actuando con todo su veneno, pervirtiendo la voluntad humana, emponzoñando el alma y atacando en especial los matrimonios y las familias.
Satanás es un personaje muy astuto. Como las bacterias y los virus y las células cancerosas, actúa en las sombras y en silencio, hasta que domina por completo a sus víctimas. Cada matrimonio debe pensar si no tiene también al agente del mal alrededor de su cuerpo sin percatarse de ello. Sólo buscando a Cristo se encuentra el poder que libra, que salva y que regenera. |
